En honor y memoria a la lucha de las hermanas Mirabal, durante el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en 1981 en Bogotá, se declaró el 25 de Noviembre, Día Internacional de la NO Violencia contra las Mujeres, ratificado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 17 de diciembre de 1999, Resolución 54/134.
La historia de las hermanas Mirabal se inicia Santo Domingo en la Republica Dominicana, durante los años 50, bajo la dictadura de Rafael Trujillo. Las tres hermanas: Minerva, Patria y María Teresa, activistas políticas que participaban en un grupo de militancia contra las injusticias de la dictadura, fueron quienes sentaron el inicio y aun hoy representan la determinación del movimiento feminista en las luchas por la libertad, la justicia, la equidad y la democracia.
Minerva Mirabal, la mayor de las hermanas, junto con su marido, un joven dirigente del partido Comunista, fueron quienes encabezaron este movimientos de resistencia contra los despliegues de violencia del terrorismo de Estado de la dictadura local.
El dictador, Trujillo, sentía atracción por Minerva desde que era pequeña y por ello, la familia Mirabal fue invitada al Palacio en repetidas oportunidades. La joven, cansada del acoso y hostigamiento, tras rechazarlo reiteradas veces, solicito en público que acabasen con las persecuciones a sus familiares y amigos. A partir de aquel momento, el padre de la familia Mirabal fue detenido y torturado, así como varias personas de su entorno, la mayoría pertenecientes a una clase social media- pero sumamente intelectual, lo que repercutía a nivel de tensión nacional y generaba un clima adverso a lo que pretendía el gobierno de facto.
Pasado un corto tiempo, también fueron detenidas las 3 hermanas. A pesar de ser condenadas a 18 años de cárcel por actos en contra del gobierno, debieron ser liberadas bajo palabra, gracias a la presión ejercida por la Organización de los Estado Americanos (OEA). Sin embargo, el 25 de noviembre de 1960 las hermanas Mirabal son secuestradas y violentamente asesinadas por una tropa policial enviada por el gobierno dictatorial. Es entonces que cobra más fuerza simbólica la lucha que fue llevada adelante por “Las Mariposas”, apodo que se les había otorgado en su lucha política.

Sus ideales continuan vigentes, contra todas las formas de violencia de género y también contra toda forma de injusticia y opresión generada por el sistema social y estructuras políticas e institucionales.
EL trabajo de visibilización de la violencia y de las estructuras que la sostienen, requiere de un esfuerzo paralelo de desnaturalización para poder interpelar, flexibilizar y modificar las dinámicas dentro de las cuales se desarrolla la vida cotidiana. La violencia no es el mero hecho agresivo, sino -además- el abuso de poder y la imposición de la voluntad; se basa en comportamientos aprendidos dentro de un sistema que la legítima ya que resulta funcional, por ello debemos analizar cómo la cultura dispone para su funcionamiento determinados dispositivos sociales, comenzando fundamentalmente por la educación, desde donde se transmiten los valores e ideales que conforman los imaginarios sociales desde los cuales se distribuye y regula el poder y las jerarquizaciones sociales.
Toda forma de violencia se inscribe en el cuerpo personal y en el cuerpo colectivo de forma más o menos VISIBLE. Nuestro trabajo como sociedad comprometida, es visibilizarla para FACILITAR LA TRANSFORMACION DE ese sufrimiento que portan los cuerpos.