Voces ocultas recuperan su voz a través de la poesía

Entrevista// gentileza revista Lubidulia

Julián Axat es hijo de desaparecidos, abogado de jóvenes, pobres y ausentes, y escritor. Considera que la poesía es una herramienta de transformación de la realidad, que también está en la calle, en las voces invisibilizadas.

Por Liliana Majic //

Esta entrevista es la primera que realizamos en persona desde que apareció la peste. Julián Axat presentó Los perros del Cosmos en la ciudad de Quilmes en febrero pasado, tan cerca que fue irresistible. Cuando nos vimos, le recordé que lo había conocido en el Club Atlético de Poetas, un ciclo a cargo de Ayelén Ribes, Patricia Angulo, Pablo Arraigada y otros artistas, que se realizó varios años en un bar de Bernal. Julián había acompañado a Alberto Szpumberg: “Tengo un recuerdo tan hermoso de esa noche. Me pareció tan hermosa esa idea de Club atlético de Poetas, como ir al gimnasio a hacer poesía. Gente divina. Alberto me pregunto varias veces, a él también le encantó”.

¿Por qué el registro poesía?

He explorado varios registros. Ahora estoy escribiendo ensayo, también crónicas, pero desde la adolescencia me influyó mucho el verso, el soneto. En la exploración de las formas fui avanzando y la poesía me permitió desarrollar maneras de pensar y sentir, incluso en mi trabajo. Soy abogado, algo que tiene que ver con la palabra. Elegí trabajar con los sectores populares, en formalizar el derecho y la palabra poética es herramienta para romper las formas de lo jurídico.

La lógica indicaría que tu trabajo influya en la poesía. ¿Te pasa al revés?

Sí, he trabajado la poesía en el derecho. La justicia poética, como le dicen muchos. Con el tiempo me di cuenta de que es un registro que siempre va conmigo, en el que me siento muy cómodo, pero también quiero probar formas de la narrativa. Tengo un proyecto de novela en ciernes. La poesía no me quita la posibilidad de pensar en otros formatos.

Sectores populares, otro lenguaje… ¿Cómo se introduce lo poético, que se asocia tanto a lo académico, y lo explicás con tanta naturalidad?

Lo poético también está en la calle, en lo coloquial, en ese lenguaje del pueblo. La poesía que me interesa es escuchar esos susurros, esas voces, para después trabajarlas en sus glosas, su sintaxis, sus formas. El derecho también se nutre de las formas del habla popular y de alguna manera trabajé eso: las maneras de decir y entender el lenguaje claro en el derecho. Fui defensor de pobres y ausentes durante mucho tiempo y escuchar las voces de las personas que me tocaba defender en los estrados necesitaba de un trabajo de traducción de las palabras. Era defensor penal de los mal llamados menores: adolescentes. Era un trabajo de escucha, entendimiento y puesta en el cuerpo y palabra la voz de los pibes que venían de la calle, apaleados, violentados y también con ganas de contar. Son voces que están negadas, ocultas. La idea era hacerlas hablar, ponerlas en palabras.

Ahora que decís “poner en palabras” asocio a La Plata Spoon River.

En 2013, después de la inundación que se cobró 89 vidas, pero que el gobierno de ese entonces solo reconocía a menos de la mitad de esa cifra de víctimas, trabajé con el juez Arias, a quien destituyeron después por las investigaciones vinculadas a estos temas. Hice también una especie de investigación poética para recopilar en un libro a esos nombres y a esos poetas.

Podría decirse que ese libro es el testimonio que queda de lo que fue la inundación.

Sí, el libro ha circulado, circula bastante, ya está casi agotado. La inundación también quedo tapada, silenciada, invisibilizada, apagada, negada. Dos intendencias macristas hubo después de eso. Bruera, que era el intendente peronista, estaba de vacaciones, no hizo las obras. Eso le costó a la Plata dos intendencias macristas. Seguimos con eso. Tampoco han hecho nada. Si volviera a suceder, tendríamos la misma tragedia.  Al caer la misma cantidad de agua, sucedería lo mismo porque esas gestiones que vinieron después y que están ahora no realizaron mucha transformación en cuanto a obra pública. La poesía es lo que queda, el libro circula y siempre se lo recuerda como el libro de la inundación. Eso está bueno. Es un libro en homenaje al de Lee Masters, Spoon River, de donde saqué la matriz para armar esa antología de voces víctimas y voz poética, desde los poetas que invité, a las víctimas de la inundación. Así como el Club Atlético de Poetas, La plata Spoon River es una linda historia en mi trayectoria y en el mundo platense de la poesía.

Es muy interesante ese libro como una construcción colectiva.

Sí, es más que una antología. Fue mucho más, quería construir una especie de maquinaria de voces. Cada poeta tuvo que ponerle voz a al nombre de un muerto que propuse, lo cual es más complejo que escribir un poema para una antología. Te digo el nombre de un muerto y vos tenés que ponerle voz, como si fueras un ventrílocuo o un médium, imaginarte que le pasó cuando falleció, lo que querría decir. Un ejercicio complejo que muchos rechazaron porque les pareció inmoral, a otros les pareció interesante. Los ochenta y tantos poetas que están en la antología y les pusieron voz a los muertos. Porque son los muertos los que hablan a través de los poetas. No soy yo el que hablo, soy el que recoge esas voces, los muertos dicen cosas por los vivos. En realidad, son los vivos que hablan con los muertos, un diálogo de ultratumba, de sepultura…

¿Y cómo te fuiste de ahí a la luna, al cosmos?

Perros del cosmos es resultado de un trabajo de investigación de un tiempo. Estuve con el tema de los astronautas, la astronomía, en algún punto la astrología, el cine y literatura de ciencia ficción. De todo ese rejunte y la pandemia, el año pasado procesé ese material y termine armando una historia de la conquista del espacio en poesía, contada desde los dos lados del muro antes de su caída en 1989. Del lado oeste, el americano de la conquista de la Luna, y el del este, el viaje de Laica y Yury Gagarin.

Una trayectoria muy diversa e interesante me lleva a preguntar ¿qué es poesía?

Es la posibilidad de decir la voz del otro, que es un muerto, una víctima, alguien vulnerable. Es recoger esa voz, transformarla, multiplicarla, y llevarla a un registro tal donde la sensibilidad de esa voz pueda decir mucho más que un cliché, una habladuría, una palabra jeroglífica o un tecnicismo. A veces la poesía es una chispa del decir donde se produce una transformación de los cuerpos, la realidad, nada más que eso…  (Se ríe).

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