Los Balcanes a sangre y fuego (4)

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Operaciones de la Guerra en Croacia entre 1991 y 1992
Dubrovnik
Por ello se aboga por objetivos más limitados que consolidarán la posición serbocroata. Con este fin tropas serbias atacaron con dureza la ciudad de Dubrovnik, el 1 de octubre de 1991, abriendo un tercer frente en el Sur.
Dicha ciudad no era un objetivo militar ni tenía sustancial población serbia (7%), pero si era un destacado enclave estratégico, histórico, cultural y turístico.
Por ello había varios posibles objetivos: utilizar la ciudad como moneda de cambio, vengarse por el asalto a cuarteles y arrastrar al vecino Montenegro a la guerra, ya que esta ciudad era eje de viejas reclamaciones territoriales.
La ciudad fue bombardeada extensivamente con artillería y las milicias montenegrinas cometieron abusos. La ciudad se convirtió en un símbolo del descontrol que el conflicto estaba instalando. El desastre se completó cuando las desordenadas milicias montenegrinas, apoyadas por el Ejército Federal, fueron incapaces de tomar la pobremente defendida ciudad. Finalmente, el asedio fue roto por las fuerzas militares croatas en mayo de 1992.
Eslavonia
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En el otro gran frente, en Eslavonia, finalmente el 19 de noviembre las fuerzas serbias lograron doblegar Vukovar tras una intensiva campaña de bombardeos. La victoria no fue en absoluto completa, la imagen de una ciudad arrasada, con 10.000 civiles supervivientes, expulsados y custodiados por tétricos paramilitares que ondeaban banderas negras con calaveras (chetniks) y protagonizando ejecuciones de miles de prisioneros de guerra, no fue precisamente beneficiosa para la causa serbia
El gobierno croata ya daba por perdido el enclave hacía meses, de hecho los propios defensores croatas acusaron al gobierno de abandonarlos y utilizarlos con el fin de obtener la simpatía de la comunidad internacional, donde hasta el momento, solo contaba con un importante aliado: Alemania.
Europa apoya a Croacia
Terminada la gran batalla de Vukovar, la guerra entraba en una nueva fase: Croacia contaba, ahora con una imponente Guardia Nacional Croata, integrada por 250.000 hombres, 180 carros de combate y dirigida por asesores occidentales.
Por su parte, Milósevic se negaba a realizar más ofensivas frente al renovado ejército croata, prefería negociar desde la posición de ventaja obtenida por su invasión a Vukovar y abandonar Croacia para centrarse en su verdadero objetivo: Bosnia. Por supuesto, esto suponía abandonar en manos de los cascos azules de la ONU a la minoría serbia, que le reclamaba su anexión al nuevo estado y que lógicamente se sintió traicionada.
Cascos azules
Finalmente, el 2 de enero se firmó un alto el fuego, entre febrero y marzo, en función de la Resolución 743 de la ONU. Se desplegaron 12.000 cascos azules para proteger las zonas serbocroatas. Como en el caso esloveno, en la independencia de Croacia, Alemania jugó un papel fundamental, siendo quien, tras las imágenes que dio la invasión de Vukovar, empujó al resto de la Unión Europea a aceptar la independencia de la república croata. Hecho que impulsó, sin exigir se garanticen los derechos de las minorías, lo cual llevaría a una nueva tragedia.
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A estas alturas, a principios de 1992, Croacia había logrado consolidarse como estado, pero tenía dos asignaturas pendientes: recuperar el territorio que controlaba la minoría serbia (1/4 del país) y lidiar por el pedazo croata del pastel bosnio.