Los balcanes a sangre y fuego (2)

Capt:1

Slobodan Milosevic

Nacido en 1941 en Pozarevac, en Serbia, Slobodan, más conocido como Slobo, forjó su carrera mediante la manipulación, las mentiras y una silenciosa pero desmedida ambición de poder. Tras culminar sus estudios de Derecho, su mentor político, profesor y presidente de la República Serbia en la década de los 80, IvanStambolic, le impulsó al frente del Partido Comunista de Yugoslavia, desconociendo que sería devorado por su criatura. Una vez que entregó al introvertido Slobo el liderazgo del partido, éste apenas tardó meses en desplazarlo del poder.

En el año 1987 observó el potencial del nacionalismo en la insurrección de Kosovo y decidió utilizarla para potenciar y abrazar la causa serbia, llenando el vacío dejado por la muerte del líder Mariscal Tito. Ante el derrumbe en 1990 de la Liga Comunista de Yugoslavia, se reinventó, creando el Partido Socialista de Serbia y logrando ascender al poder en la República de Serbia.

.

.

A principios de los 90, el populista ‘Slobo’ se ganó el apodo de «el carnicero de los Balcanes», iniciando la sangrienta desintegración de Yugoslavia. Nacionalista radical, exacerbó el nacionalismo de su pueblo emprendiendo la espeluznante guerra en Bosnia. Tres años de limpieza étnica con 250.000 civiles muertos, miles de desaparecidos y al menos 12.000 violaciones consumadas ante la permisiva actitud de Europa.

.

Para lograr su objetivo necesitó: anular la federación, que realmente se reducía al Ejército Federal, única institución capaz de lograr que obtuviera apoyo social y lo posicione en el poder, algo difícil al ser Serbia la entidad más perdedora con las secesiones vecinas.

La Serbia de Milósevic no luchó por mantener Yugoslavia, sino que empujó a su destrucción, buscando simplemente llevarse la mejor parte posible. Pactando, aunque ello supusiera traicionar ciertas minorías aliadas y localizadas en lugares geográficamente incomodos con lo que fuera necesario. 

Esta actitud serbia reforzó y exacerbó a los separatistas, enfrentándolos no a una federación plural, como lo intentaba ser la Yugoeslava, sino a otro nacionalismo que buscaba la hegemonía y la ejercía desde la conducción, controlando desde 1989 cuatro repúblicas (Serbia, Montenegro, Vojvodina y Kosovo) de las 8 que conforman la federación.

Se debilita el poder central

La jurisdicción de las cada vez más autónomas repúblicas convivía con el cada vez más débil estado federal. Este estado, dirigido por Ante Markovic, intentó revertir la debacle económica (10000% inflación anual) con una reforma económica a la China. Las reformas tuvieron un relativo éxito, sin embargo, esto no debilitó el impulso secesionista inevitable con cada república. Teóricamente, además del primer ministro debía existir una presidencia colectiva y rotativa, sin embargo esta estaba bloqueada por los serbios para evitar la elección del croata Stipe Mesic al frente del poder ejecutivo central.

Eslovenia da un paso al frente y declara su Independencia

Ante esta situación, la primera república que dio un paso al frente fue Eslovenia, la región más urbana, occidental y rica de la federación. La dialéctica nacionalista explotó con eficacia: presentar a Serbia como un monstruo que buscaba fagocitar a la federación; presentar a Eslovenia como parte de la rica y mítica Europa, frente a los atrasados y pobres Balcanes; señalar y retirar la aportación de fondos “despilfarrados” en regiones paupérrimas (Kosovo); el aireamiento de los planes del Ejército Federal para dar un golpe en Eslovenia, invadiéndola e instalando una dictadura comandada por Milósevic.

El gobierno esloveno comenzó a rearmarse creando un ejército propio de más de 20.000 milicianos mediante la reconversión de la local Defensa Territorial (cuerpo local yugoslavo para repeler una hipotética invasión soviética) y el contrabando de armas desde el exterior, preferentemente Alemania,  de manos del ministro de defensa Janez Jansa. El proceso independentista era una evidencia, pero Yugoslavia no actuaba, paralizada entre la indecisión, el miedo y el auge de los intereses locales.

La secesión se preparaba abiertamente, sin ocultarlo, con referéndum (23 de diciembre 1990), el rearme ya mencionado, un constante trabajo legislativo y finalmente, la proclamación de independencia el 25 de junio de 1991 en coordinación con Croacia, aunque esta tardaría más en eclosionar  

El turno Croata

Croacia manejaba la misma hoja de ruta que Eslovenia: el mismo día (25 de junio de 1991) proclamó la independencia y también buscaba unirse a la Unión Europea y despegarse de los estados en los Balcanes. Por su parte, la Federación Yugoslava mostró la misma desidia que en el caso esloveno, permitiendo que los independentistas croatas se hicieran con las instituciones en las primeras elecciones multipartidistas (primavera 1990) y realizaran sus preparativos en total libertad.

Sin embargo, la ejecución del plan distó mucho de ser tan impecable como en el caso esloveno. Específicamente para la minoría serbia existente en Croacia, debido a la debilidad inicial del gobierno croata, lo que indefectiblemente derivó en una nueva Guerra en los Balcanes