Julián Álvarez a todo o nada ante Croacia, como en el potrero.

El 9 de la Selección marcó un gol fenomenal
Julián Álvarez iba a ser suplente de Lautaro Martinez y eso estaba bien. Lautaro era un león, un tipo que pivoteaba de espalda y descargaba al compañero, tenía la mira en el arco y la pelota le hacía caso terminando dentro del mismo cada vez más seguido. Pero en fútbol existe el síndrome del Pipita Higuain (excelente delantero, maltratado por idiotas que jamás jugaron al fútbol) y nadie quiere y menos los jugadores, que los tiros sigan pasando a milímetros de un palo o rebotando en el cuerpo del arquero. Scaloni hizo entonces lo más sensato que la situación requirió, sino entran las de Lautaro, que las meta Julián.
Y así entró Julian Alvarez a hacer lo que sabe, y bien que lo hizo. Le puso el cuerpo a cuánto defensor deambulaba por el área, corrió cada saque del arquero contrario para que alguna vez alguno se equivoque y es lo que terminó pasando. Entre él y De Paul lo hicieron posible.
La presión asfixiante en la salida, que empezó con De Paul apretando por derecha a un defensor australiano, este buscó al arquero como salida, hasta allí fueron Rodrigo y el propio Julián, quien generó el error del ya mareado guarda meta y no perdonó, se la pellizcó y definió de media vuelta para meterla adentro: Gol de Julian.

Pero lo más importante de este pibe de 22 años es que siempre soñó con un gol específico, desde que jugaba en algún potrero o en las inferiores de River. Su imaginación armaba esa jugada fatal. Desde casi el arco propio, un toque y una arremetida a pura velocidad, una maratón en la que el viento fueran las miles de gargantas abiertas y atragantadas intuyendo lo que sucedería.
El pibe de 22 con una capacidad técnica envidiable, una respuesta física ideal, con la inteligencia de mirar constantemente de reojo quien lo rodea y esperando la oportunidad de hacer una descarga efectiva a un compañero, esta vez vió delante suyo ese arco cada vez más cerca. La juventud tiene esa capacidad de transformar un sueño en realidad.
Julian corría y sentía que la pelota se bamboleaba, si perdía un solo segundo en decidir a quién se la pasaba se desvanecía aquello que él mismo estaba construyendo. Y desde este país donde todos tienen una plan “b”, donde el coro de puteadores hacen una sinfonía para achicar al que se anima, Julian le hizo oído sordo a todos. Con calidad, capacidad, amor propio y fútbol recogió un fatídico rebote en un contrario y siguió con su carrera interminable. Desde casi su casa, desde la puerta del avión, desde el pasillo de las concentración, Julián Alvarez corría y llevaba al pie eso tan preciado que es la pelota. Las cosas se alinearon como debían ser y la secuencia de esta película tuvo el final que todo espectador soñaba.
Un jugador de fútbol esquisto, en una corrida monumental, termina con una pegada fotográfica a esa misma pelota, para que la red, el arquero, los contrarios y todos las gargantas atragantadas de una país, griten de alegría, esa misma que Julian tiene a cada momento. Gol de Alvrarez carajo, Gol del coraje y la perseverancia. Gol del que se lleva puesta, con juego, calidad y fuerza. Gol de Julian y 2 a cero a Croacia.

El sueño de un pibe cumplido y los corazones de un país bombeando sangre porque se animó a eso, ni para el costado, ni una gambeta de más, una locomotora con la fuerza joven de este Argentino con camiseta de fútbol, haciendo que la red le tome miedo para siempre.
Grande Julian Carajoooo, sos nuestro y Campeón del Mundo, tengas la camiseta que tengas. Dominik Livakovic, arquero croata te seguirá soñando y jamás podrá atajar tu impresionante tiro final.