Emiliano Dibu Martínez, un gigante que juega de arquero e hizo al mundo más justo

Argentina finalmente se consagró campeón del Mundo y todos los ojos estuvieron puestos en su capitán Leonel Messi. Podríamos decir que esta vez a Leo no se le escapó la tortuga, si nos ponemos Maradorianos, pero también tenemos que reconocer que todos aquellos que rodearon su sinfonía de fútbol tuvieron estudiada la partitura a fondo.

Para ser campeón hay que ser el mejor? no exactamente en términos absolutos, pero sí dentro de una serie de circunstancias. Uno  aprovecha cada una de la instancias y como en un juego de cartas que se derrumban de a poco, caen enemigos superiores e inferiores

También existe la providencia, la suerte y para eso, siguiendo la metáfora, hay que tener un As en la manga que se juega cuando todo el mazo ya está sobre el tapete. En los años anteriores la selección jugó a todo lo que pudo, pero sobre todo en el subcampeonato dirigido por Sabella, nos faltó desde suerte a puntería y sobre todo, ese As en la manga para cuando todo estaba perdido.

En el campeonato mundial de Italia nuestro Goyco estiró como un chicle un proceso que tambaleaba, sacamos provecho de situaciones que casi nos ponían con un pie en el avión y todo era un tiempo extra, un alargue más, una nueva serie de penales, pero algo nos decía que nos estábamos quedando sin reservas, si un As en la manga.

La final del 18 fue una perfecta construcción épica de lo que es la justicia, de lo que tanto merecimiento genera de una vez por todas. Y es que  las cosas salgan como tienen que salir. La lucha incansable, la entereza mental, la consistencia de saberse de igual a igual e incluso ese suplemento que generó Messi, enfocado, transpirando, pensando y empujando, construyó en el aire una cierta burbuja de gloria garantizada. Pero como todo juego la circunstancias son tan variables que tuvimos que ir a los penales, a los malditos 5 penales de la muerte. Allí argentina sacó su As de la manga. Un tal Dibu con una corpulencia física, fuerza y convencimiento mental, casi en sintonía con la perfección, se dispuso a jugar o mejor dicho a atajar.

Emiliano Martinez lo sabía, el país entero lo sabía, y con certeza. Messi lo susurraba a sus compañeros y estos solo aguantan la energía que explotaría en la consagración. Y así fue nomás, uno de ellos sucumbió a la potencia ganadora de nuestro ídolo, a la mirada canchera y aplastante de quien “Te come hermano, te come”. Un francés con todo su temple neutralizado por el gigante de buzo verde corrió como pudo hasta la pelota y pateó imaginando que su tiro era perfecto. La enormidad del Dibu voló con toda la elasticidad atlética que su preparación le dio y con esas manos tapó y anuló la más mínima posibilidad que eso fuera un gol. Generó allí la energía necesaria, la sinergia que el propio mundo extasiado sentía retumbar en sus pechos. Todos lo esperábamos y el As en la manga salió a la luz .La pelota jamás conoció que se siente entrar en el arco defendido por Dibu Martínez y para los próximos pateadores, el miedo era casi una manta que cada uno se ponía al enfrentarlo.

Ese animal nos tapó tres jugadas definitorias a minutos de una final o semifinal. El Dibu se agiganta y decide que la más difícil de todas, aquella que el contrario está por gritar, no pasará. Un gigante que hasta hace poco era  desconocido, que habla inglés y juega en Inglaterra, pero es nuestro As en la manga. Cuando ya nadie sabe qué hacer, a quien rezar, cuando los ataque cardíacos empiezan a dar señales de aparición, solo le queda a Dibu atajar lo imposible y poner todo en su lugar: la justicia, la gloria, el triunfo y el deseo planetario que la copa caiga en manos de Messi.

El arte del fútbol brillando con un lujo que abarca todas las bandas, el triunfo y la derrota, pero esta vez la firma final estaba en manos de Emiliano “Dibu” Martínez y el firmó dando pases de baile y sin sacarse los guantes: Campeones del mundo, carajo!!!!!  

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