Dicen que a las armas las cargas el diablo ¿y las dispara, también?
De otra manera buscar una explicación para que una madre asesine a su hijo de 5 años es cuasi imposible desde este punto, salvo el trabajo técnico de varios peritos que llegarán a una conclusión del hecho que enlutó a un pueblo tucumano; o al menos es lo que debiera suceder.
Jesús Gabriel murió de tres disparos en el abdomen, este martes. Lo llamaban Yulián. Vivaz, alegre, inquieto, sonriente así se lo ve; sí, se lo ve en un video que había grabado su papá, Christian Jiménez. Vivía en un paraje llamado La Pesebrera, en la localidad de Los Ralos, Provincia de Tucumán junto con su mamá, Manuela Medina.
La pareja estaba separada hacía tiempo y cada uno había rehecho su vida. Sin embargo, las declaraciones del papá de ‘Yulián’ dejan entrever que la relación que llevaban como ex parejas no era de las mejores.
Ella Policía, él trabajador nocturno. Ella con licencia sicológica. Él defendiendo sus derechos en Tribunales para poder cumplir su rol ya que tenía por parte de la mujer sendas denuncias; había recuperado parte de ellos.
Luego de recibir el alta a Manuela le entregaron su arma reglamentaria, como corresponde a integrantes de fuerzas de Seguridad. Fue con esa misma, a la tarde de volver a portarla, con la que disparó tres veces a su hijito e intentó quitarse la vida con otros dos tiros. El niño falleció, mientras que ella se encuentra operada y hospitalizada en terapia intensiva, con estado reservado, en un hospital tucumano, bajo custodia.
Para la Policía, Investigadores y el fiscal Ignacio López Bustos no hay terceros involucrados, de acuerdo a la escena del crimen y a los resultados preliminares de la autopsia, a pesar que una vez ocurrida la muerte de Jesús, Manuela llamó al 911 pidiendo auxilio y acusando a una persona por lo ocurrido con una voz que se apagaba a medida que pronunciaba las frases , “Chuchú violó a mi hijo muchas veces”, “necesito apoyo”, “me estoy muriendo”, “mi hijo está muerto”, “ambulancia”, “el viejo preso”.
El papá del niño contó que ella lo llamó para pedirle que vaya a su casa. Él como trabaja de noche no escuchó los alertas de los mensajes, había vuelto de su labor y estaba descansando y recordó que “una vez, cuando Yulián tenía un año, más o menos, ella nos disparó y el tiro no salió”. Christian cree que lo que Manuela quería es que nadie quede con vida, al menos ellos tres. “En ocasiones pienso que alucinaba, pero lo único que sé es que me arrebataron mi vida”.
El procedimiento policial fue el convencional, llegar a la casa del llamado, voltear la puerta porque estaba cerrada por dentro y encontrarse con el horror.
Ahora, después de despedir los restos de Yulián, quedan muchos más interrogantes: esta mujer ‘policía’ estaba en condiciones de portar un arma de fuego después de episodios que la sitúan en un marco de violencia doméstica y su condición de licencia sicológica; esta mujer podía formar parte de la Policía de la Provincia de Tucumán; a esta mujer le realizaron todos lo exámenes que deben cumplirse antes de ser parte de quiénes están destinados a ‘cuidar a la sociedad’; hubo negligencia, hubo un ‘No pasa Nada’.
Y quién es ‘el viejo’, por qué lo acusa.
Son todas preguntas inevitables ante lo ocurrido.
De igual modo, el niño con nombre bíblico, fue asesinado, murió físicamente, aunque su risa seguirá siendo la melodía que resuene en las personas que lo aman.