Lic. Georgina Marcela Parente@licenciadaparente

En Argentina el 20 de noviembre de cada año se celebra el Día de la Soberanía Nacional, en conmemoración a la Batalla de Vuelta de Obligado en 1845, en la que las fuerzas de la joven nación se unieron para frenar el intento de colonización Anglo-francesa.

Este año -2023- el escenario nacional por lo pronto resulta disruptivo. Frente a la reciente elección presidencial en la que resultó ganador el economista autodefinido como “anarcocapitalista” Javier Milei, la idea de pérdida de soberanía comenzó a circular aún a un día de ser electo, faltando menos de un mes para su asunción como presidente, tras anuncios realizados sobre la venta de los capitales nacionales más importantes para el desarrollo de nuestro territorio.

“Todo lo que pueda estar en manos de privados, lo estará” expresó el presidente electo en la primera entrevista que brindó luego de conocer los resultados de los comicios, permitiéndonos realizar los primeros análisis acerca del panorama que enfrentaremos los próximos 4 años bajo su gestión.

Ninguna propuesta nueva a nivel económico, sino el modelo que impuso mediante la fuerza del Terrorismo de Estado en la última dictadura cívico-militar iniciada en el año 1976 y que se afianzó ideológicamente en la década del 90, romantizando la privatización mediante el discurso antiestatal extranjerizado, culminando en la debacle económica del 2001.

El presidente electo está anunciando que va a implementar las medidas que ya había anticipado a lo largo de su campaña en detrimento de los derechos adquiridos y de la institucionalidad que conforma nuestra soberanía, defraudando de ese modo a gran porcentaje de sus votantes que expresó su apoyo a LLA basándose en que “no va a hacer lo que dice”, pero enorgulleciendo a quienes lo impulsaron al poder bajo la ley del libre mercado y el “salvese quien pueda”. Embanderados con la libertad, los dueños del capital económico y empresarial podrán actuar bajo sus propias normas por sobre los derechos de la fuerza de trabajo, es decir por sobre los trabajadores.

Vale destacar que frente a la amenaza explícita de recortes y ajuste, el sistema democrático se encuentra en riesgo, ya que la democracia es un sistema basado en la representatividad del pueblo por parte de sus gobernantes, pero que no se sustenta solo en la posibilidad de la libre elección de sus representantes, sino en todo el circuito que debe garantizar mediante la institucionalidad el acceso igualitario a los derechos de los ciudadanos; que también debe incluir la ampliación de derechos frente a las nuevas necesidades surgidas frente a la constante complejización de los entramados sociales y culturales.

Por lo tanto, es crucial resaltar que cualquier retroceso o reducción de los derechos ya adquiridos representa un menoscabo significativo al sistema democrático. Las reformas y transformaciones dentro de una democracia deben perseguir un objetivo claro: mejorar la calidad de vida de todas las personas, sin distinción ni privilegios para sectores selectos de la sociedad.

Así mismo, la democracia implica la salvaguarda de la soberanía, que va más allá de la independencia política y se extiende a la gestión autónoma de recursos. Esta autonomía asegura la capacidad de un país para tomar decisiones fundamentales que impactan en el bienestar de sus ciudadanos, preservando sus derechos y la identidad nacional. La privatización de servicios esenciales y empresas estatales en Argentina no solo amenaza la soberanía sino que traerá consecuencias económicas y sociales devastadoras, junto al encarecimiento de los gastos de la vida cotidiana en general.

La protección y ampliación de la soberanía nacional como de derechos de la población, son pilares irrenunciables de la democracia. Los líderes electos tienen la responsabilidad no solo de haber sido elegidos democráticamente, sino también de gobernar para el bienestar de toda la sociedad. Cualquier acto que atente contra los derechos adquiridos o que restrinja el acceso a estos constituye un agravio a los principios democráticos y a la esencia misma de la representatividad.

El 10 de diciembre comienza un nuevo periodo para nuestra Argentina, donde las organizaciones sociales, colectivos profesionales, asociaciones civiles, y diferentes grupos sociales tendremos que encontrarnos sumamente atentos y unidos, tal como en la Batalla que conmemoramos, para no permitir una nueva forma de colonización mediante la venta de nuestras tierras, nuestros recursos y nuestra identidad. Pero también será –y fundamentalmente- responsabilidad del resto del aparato político, no permitir que el partido electo, que lejos de ser mayoría es minoría en ambas cámaras de congreso y senado, no puedan avanzar sobre los derechos adquiridos por años de luchas colectivas.

Por Lic. Georgina Marcela Parente

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