Sigue escalando el conflicto en Sudán

El domingo pasado, se reportó que los enfrentamientos entre el Ejército de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), un grupo paramilitar del país, continuaban en la ciudad de Jartum y en la ciudad contigua de Omdurman.

Según medios internacionales, se han registrado fuertes enfrentamientos con aviones, vehículos blindados y camiones con ametralladoras montadas. Se cree que ambas fuerzas tienen decenas de miles de combatientes solo en la capital.

Según un sindicato de médicos del país, ya hay al menos 60 civiles muertos y 600 heridos, así como decenas de fallecidos entre los combatientes. Además, tres empleados de la Organización de Naciones Unidas (ONU) fueron asesinados en Kabkabiya, Darfur del Norte, mientras cumplían con sus funciones.

El representante de la misión de la ONU en Sudán, Volker Perthes, condenó enérgicamente los ataques contra el personal de la ONU, trasladó su pésame a las familias de las víctimas y manifestó su extrema preocupación por los informes de proyectiles que golpean instalaciones de la ONU durante los combates.

El sábado por la mañana, el líder de las FAR anunció la toma del aeropuerto internacional y del palacio presidencial de Jartum, y llamó a la población y a los soldados a levantarse contra el ejército, dando inicio a los combates. Sin embargo, el Ejército desmintió que las FAR hubieran tomado el aeropuerto internacional y aseguró que unos paramilitares se habían infiltrado e incendiado aviones civiles, incluyendo uno de la aerolínea saudita Saudi Airlines, un incidente que fue confirmado por Arabia Saudita.

Los enfrentamientos en Sudán son la culminación de meses de tensiones entre el Ejército y las FAR, su antiguo aliado, y ya habían retrasado un acuerdo con los partidos políticos para que el país volviera a su breve transición a la democracia, que se descarriló por un golpe militar en octubre de 2021. Durante el golpe de 2021, el jefe de las FAR, el general Mohammed Hamdan Dagalo, y el líder del Ejército, Abdel Fatah al-Burhan, habían unido sus fuerzas para expulsar a los civiles del poder, pero los desacuerdos entre ambos hombres fueron creciendo con el tiempo.

Las desavenencias entre ambos bandos se centran principalmente en el futuro de los paramilitares y su integración dentro de las Fuerzas Armadas. Aunque el Ejército no rechaza su integración, quiere imponer sus condiciones y limitar su incorporación en el tiempo, mientras que el general Dagalo exige una amplia inclusión y, sobre todo, un puesto para él en el Estado Mayor.

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