La irrupción del arte callejero en Chile muestra divorcio entre partidos y reclamos, opina artista
“Se produjo una importante transformación del espacio, potentísima, que empezó a ser apropiado por expresiones alternativas contrahegemónicas que ya antes se habían manifestado en otros sitios, pero que trasladaron sus propuestas a este sector de la ciudad de manera muy contundente a partir del estallido”
La irrupción de grafitis y murales de múltiples formatos y colores que inunda hace meses la “zona cero” de las protestas en la capital chilena, es la expresión genuina del divorcio entre la política tradicional y el espíritu del estallido social, y preanuncia una disputa por el espacio público, una pugna que va a durar mucho más allá del proceso constituyente, opina el artista plástico, Luis “Mico” Henríquez.
Licenciado en Arte, ilustrador, caricaturista, académico y premio APES, otorgado por la Asociación de Periodistas de Arte y Espectáculos de Chile, Hernández, charló con Télam sobre el sentido político de la imponente transformación del paisaje urbano en los alrededores de la Plaza Baquedano, rebautizada “Plaza de la dignidad”, con fachadas y frontispicios literalmente copados por el arte callejero.
A partir del estallido social iniciado en octubre de 2019 en Chile, cuya contundencia empujó la decisión del presidente Sebastián Piñera de realizar un plebiscito para modificar la Constitución, uno de los epicentros de la demanda ciudadana, decenas de cuadras en el centro de la capital chilena fueron intervenidas artísticamente, modificando de modo significativo el paisaje urbano santiaguino.
“Se produjo una importante transformación del espacio, potentísima, que empezó a ser apropiado por expresiones alternativas contrahegemónicas que ya antes se habían manifestado en otros sitios, pero que trasladaron sus propuestas a este sector de la ciudad de manera muy contundente a partir del estallido”, dice Mico.
Allí están representados “los veganos, lo que están a favor de la marihuana libre, los colectivos feministas, de diversidad sexual, los colectivos artísticos de distinto tipo, las expresiones sociales” que por lo general no tienen representación partidaria y encuentran una alternativa de expresión en el espacio público.
“La señalética, los paraderos de micros (colectivos), las murallas, pero también objetos con volumen, como desechos metálicos mezclados con fotografías, se transforman en un posible soporte para la instalación de manifestaciones gráficas: más allá del grafiti común y corriente hecho con pintura en aerosol”, explica.
El fenómeno se desarrolló con especial énfasis alrededor del GAM, el emblemático edificio Gabriela Mistral, en el que la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) instaló sus oficinas por años, mientras la bombardeada Moneda, sede histórica del Gobierno chileno, era restaurada.
Este movimiento espontáneo que se desató originalmente como respuesta, como reclamo, va a transformarse después del 25 de octubre (fecha del Plebiscito Constitucional) en algo “más propositivo, no tan reactivo o de resistencia contra la situación actual”, interpreta el dibujante.
El estallido social que sacudió el país hace un año se desarrolló escindido de las expresiones políticas tradicionales chilenas, cuyos partidos y representantes atraviesan un creciente descrédito en la ciudadanía.
Para Mico el núcleo de esta rebelión aparentemente a la deriva y sin conducción política, está expresada en este movimiento estético que insiste en caracterizar de “poderosísimo” y en el que asegura, luego del plebiscito “cada tribu, cada colectivo cada grupo de interés legítimamente hará pesar su opinión”, pues como plataforma alternativa “tendrá mucho peso”.
“En el terreno de la propaganda -subraya-, si bien el `establishment´ tiene el control absoluto de los medios de comunicación, también están los medios alternativos, especialmente Internet y las redes sociales, un espacio de propaganda que el Gobierno no cubre”.
En este espacio se afianza una alternativa para poder controlar la profundización democrática de los cambios que se avecinan en el país, enfatiza.
Henríquez también invoca los espacios de las poblaciones “los territorios, los espacios comunes de convivencia virtual y convivencia social que se van a ir abriendo y que seguirán ocupando estos soportes, como el mural el grafiti y el stencil, y otras expresiones visuales que irán copando los espacios que la propaganda oficial no puedo ocupar”.
El movimiento en cuestión será parte de una campaña, posterior al plebiscito, “muy caracterizada por lo territorial, por lo local y por demandas sectoriales, que son ni más ni menos que la diversidad que se manifiesta en el espacio público”.
Por último, el dibujante y humorista de destacada participación en publicaciones opositoras durante la dictadura, advierte que el poder económico intentará cortar o tergiversar este movimiento “muy influyente a través de las plataformas actuales a pesar de que no tener resonancia en los medios oficiales, que ocupa un espacio de difusión contracultural muy importante”.