Buenos Aires, 24 de marzo de 2025. La ciudad despierta bajo un cielo gris, como la historia misma de este día. Pero las calles están vivas, algo trasciende la melancolía de la fecha: es la fuerza de quienes no olvidan, de quienes caminan con la memoria a cuestas y el compromiso en la mirada. En cada rincón del país, las plazas se transforman en escenarios de resistencia y homenaje, en trincheras de amor y lucha.

Una multitud llenó la Plaza de Mayo. Foto: UNAR AGENCY.

Desde temprano, una multitud avanza con pasos firmes. Familias enteras sostienen banderas argentinas, niños dibujan los icónicos pañuelos blancos sobre cartulinas, y adultos mayores recuerdan en voz alta aquellos días en que la vida cambió para siempre. “A mi mejor amigo lo desaparecieron en el ’77”, cuenta un hombre, su voz cargada de años y ausencias. “Yo no quiero que mi nieto pase por lo mismo”.

Foto: UNAR AGENCY

Los nombres de los 30.000 resuenan en cada esquina. Fotos de rostros jóvenes, congelados en el tiempo, se alzan sobre pancartas y banderas. Pero hoy no solo se marcha por el pasado, hoy también se marcha por el presente, porque la historia amenaza con repetirse.

Foto: UNAR AGENCY

El actual gobierno ultraderechista insiste en reivindicar la dictadura, en llamar “excesos” a lo que fueron crímenes de lesa humanidad, en diluir la sangre de los desaparecidos en un discurso negacionista. Y no solo eso: las políticas económicas que intentan imponer replican un modelo de ajuste brutal, desigualdad y represión que recuerda demasiado a aquel que sumergió al país en la peor de sus noches.

Imagen de los negacionista y Videla en la marcha de hoy: Foto: UNAR AGENCY.

Aun así, el 24 de marzo sigue siendo un evento convocado por el amor, por la memoria y por la justicia. La Plaza de Mayo es el corazón de este día, y cuando las Madres llegan, el pueblo se abre para recibirlas con un solo grito: “¡Madres de la Plaza, el pueblo las abraza!”. Se eriza la piel, y se humedecen los ojos de la multitud con una ovación que parece eterna.

Foto: UNAR AGENCY

Las Madres y Abuelas de la plaza, guardianas inquebrantables, avanzan con la lucidez de quienes llevan casi medio siglo luchando por la verdad. El recuerdo de Hebe de Bonafini está presente en cada gesto, en cada bandera que lleva su rostro, en cada estudiante de la UNMA que hoy levanta su legado con orgullo. “Somos herederos de su lucha”, expresa una joven con voz temblorosa pero firme.

Los pañuelos son un símbolo de las Madres de Plaza de Mayo. Foto: UNAR AGENCY.

En la plaza se ven banderas y colores, se alzan las voces de quienes luchan contra el fascismo, el racismo, la misoginia y la homofobia. Es un acto político, pero también es un acto de resistencia cultural, de reafirmación de la identidad colectiva. Un pueblo sin memoria está condenado a repetir su historia, y hoy, en cada consigna, en cada abrazo compartido, se reafirma que la memoria sigue viva.

Un lienzo azul porta las fotos de los desaparecidos. Foto: UNAR AGENCY

El 24 de marzo no es una fecha, es un compromiso. Es la certeza de que la lucha por la justicia y la democracia es un camino que no se puede abandonar. Mientras haya una madre con un pañuelo blanco en la cabeza, mientras haya un joven gritando “Nunca Más”, la historia sigue latiendo en las calles, y las calles, hoy y siempre, son del pueblo.