Hace 24 años se suicidada Kurt Cobain
Una vida figaz, el gusto por la oscuridad y el grunge como legado. Fue lider de Nirvana e hizo historia en el rock a nivel internacional.
Jueves 5 de abril de 2018 | 18:18
Nacido un 20 de febrero de 1967 en Aberdeen, Washington, la vida de Kurt Cobain estuvo marcada por la música y las artes. Poseedor de una sensibilidad artística única, ya desde chico incursionó en la pintura, revelándose como un dibujante expresivo y dotado.
Pero su vida cambiaría cuando, en su cumpleaños número 14 años le regalaran su primera guitarra eléctrica. Kurt nunca logró dominar el instrumento como un dotado, pero su talento excedía la técnica: su talento creativo estaba originado en un gusto musical inquieto y erudito, siendo él mismo un investigador del desarrollo de la música pop. El punk rock fue su inspiración más notoria, y tomando como base estos postulados estéticos, supo convertirse en creador de las melodías más pegadizas y recordadas, que iban desde la rabia más distorsionada y visceral, hasta reflexiones acústicas e introspectivas.
Queda claro que la vida de Kurt Cobain fue fugaz, y se extinguió en ese preciso momento donde, junto a Nirvana, estaba dando el salto del under hacia la masividad más absoluta. Luego de debutar con el intrascendente Bleach (1989), en 1991 llegaría el ya legendario Nevermind, donde el trabajo en las consolas de Butch Vig contribuyó a dar forma a un disco donde cada una de sus doce piezas compone un hit más apabullante que su precedente. Smells like teen spirit fue el primer y más explosivo de esta serie de hits: la canción comenzó a sonar en el circuito de radios universitarias de la costa oeste de Estados Unidos, sin apoyo del sello discográfico, pero que a partir de la difusión de este circuito independiente, nunca dejó de multiplicar fans.
De esta forma, el crecimiento de Nirvana observó una expansión exponencial en un período de tiempo breve, donde las ventas de Nevermind rompieron todos los records, y a su vez abrió las puertas a toda una camada de bandas nuevas oriundas de Seattle primero, y a todo lo que luego dio en llamarse rock alternativo o indie, lo que probablemente haya sido la última revolución en la industria discográfica hasta nuestros días.
Este explosivo éxito, a su vez, nos dio la posibilidad de tenerlos en nuestras tierras en 1992, con la oportunidad de presenciar el fenómeno en pleno apogeo, cosa poco habitual en Argentina y Latinoamerica. El público local pudo comprobar en carne propia la personalidad y la integridad de Cobain y sus secuaces: el show fue accidentado y bochornoso: el sonido no fue óptimo, pero principalmente la conducta del público argentino mostró su peor costado, intolerante y machista, abucheando y reprobando al femenino grupo telonero Calamity Jane.
Esto enfureció a Kurt y su banda, y la comunicación con el público resultó distante y hostil: la actitud reprobatoria de la banda fue amagar repetidamente con tocar Smells like teen spirit, la canción que los escasos 17000 asistentes fue a presenciar casi exclusivamente al frío estadio de Vélez, pero se tuvo que conformar con la ejecución del riff introductorio como “castigo” por su reprobable actitud. Queda como anécdota de dicho show, la presencia como teloneros de los también incipientes Los Brujos, la banda local que había estallado con el recordado hit Kanishka: todo hace suponer que Kurt Cobain quedó fascinado con el riff de esta canción, y se inspiró para componer Very ape.
Llegado 1993, y en pleno furor por Nevermind, Nirvana vuelve a entrar a estudios, otra vez de la mano del ya experimentado Butch Vig, para registrar In utero, con el siempre traumático desafío por suceder un éxito como su predecesor. El resultado es un disco de un perfil mucho más bajo, oscuro y visceral: ya no se verifican hits irresistibles y melodías explosivas, pero el resultado final es todavía superior a Nevermind, dando pruebas sobradas de que las condiciones de Kurt Cobain y de su banda no eran un mero accidente o una situación fortuita. Nirvana superó con creces dicho desafío, y dejó la puerta abierta a un desarrollo discográfico más que fértil. Siguieron Incesticide (1993), recopilatorio de rarezas y lados B, y el celebrado acústico MTV unplugged (1994). Pero la posibilidad de presenciar material nuevo quedaron definitivamente truncas hacen hoy exactamente 24 años.
Quedaron, a su vez, la dificultad de Kurt Cobain para gestionar el maratónico éxito, la inestabilidad emocional, la relación con Courtney Love y las drogas pesadas, y su hija Frances Bean. La decisión que puso trágico final a su corto y explosivo paso por este mundo, no impidieron que su vida y obra pasen a la eternidad y adquieran el carácter de mito.
fuente: La izquierda diario