Enroques y renuncias en el gobierno argentino, la improvisación cuesta caro
El presidente Alberto Fernández compartió hace unos días el “malestar” expresado por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en relación a una publicación fundada en una supuesta información en off, y dijo que confía en la “integridad moral y en la idoneidad de quienes llevan adelante la licitación” del gasoducto Néstor Kirchner.
“Comparto la respuesta dada por @Energia_ArgOk a una publicación fundada en un supuesto off salido de funcionarios del Gobierno. Confío en la integridad moral y en la idoneidad de quienes llevan adelante la licitación del Gasoducto Néstor Kirchner“, publicó el mandatario en su cuenta de Twitter.
Pero esto no es mas que una muestra de que el gobierno de Alberto, actúa cada vez mas de forma reaccionaria e improvisada en lugar de actuar de manera organizada, demostrando control de lo que sucede en su interior y con sus propios funcionarios.
El pedido de renuncia a Kulfas llegó tarde, “reaccionando” a un tweet de la vice presidenta, es casi un escándalo si no estuviésemos acostumbrados a perdonarles todo por que son Alberto y Cristina. Es una vergüenza que el presidente se entere de lo que pasa en su gobierno por las redes sociales, así como lo es, que la vicepresidenta no siga los conductos regulares de comunicación para indicar al presidente las cosas que pasan dentro de su bloque de gobierno y tenga que usar este método para hacer notar su descontento.
Es casi una historia de Pilatos, en la que ella se lava las manos mientras Alberto “en nombre del pueblo” ejecuta. Es iluso pensar que Cristina no sabía que esto iba a explotar al día siguiente de la pantomima de acto en tecnópolis, en el que se deslizaron sutiles chicanas y ordenes, y donde se dejó ver quien es realmente la dueña del bloque. Y si le perdonamos que no lo supiera; es casi una jugada sucia la del ministerio de energía de no comunicar primero al presidente, y luego cuando está resuelto justificar las decisiones en redes sociales.
El gobierno viene errando comunicacionalmente casi como si fuese a propósito, dejándole a la oposición la mesa puesta, ya no sirve el slogan (y hecho empírico) de haber manejado la pandemia mejor que muchos países del primer mundo, y este lastre de errores básicos dinamita cada día la imagen de gobierno serio y responsable, dando paso a un club de niños mimados, en el que el todos cuidamos al dueño de la pelota para que no se enoje y se la lleve.
No se puede estar bien con todos, es cierto, Alberto parece tener un afán por complacer a todos con sus medidas, pero esto es Argentina, un país que ya está polarizado y nada va a cambiar eso, entonces ya es hora (en realidad es tarde) para que tome una postura respecto de su norte, pues hasta aquí no fué mas que una veleta, tapando todos los baches con plata prestada.
Venimos de 4 años de ser gobernados por un “hombre violento”, que se pasó 4 años amenazándonos de que “no lo volvieramos loco porque nos haría mucho daño”, y culpándonos de todos los problemas de su falta de capacidad para gobernar, porque por andar en remera y en patas no había gas o subía la luz, que toda su fortuna y éxito empresarial (por el que fué elegido bajo la falsa creencia de “es rico no va a robar”) lo hizo en base a su increíble potencial para corromper jueces y viciar procedimientos para embaucar incluso al estado, descaradamente, queriendo perdonarse las deudas a sus empresas por medio de decretos creados por el mismo.
Hoy el presidente de economía se va en pleno “crecimiento económico”, hay una parte de la historia que no nos estamos enterando, el país no se gobierna por twitter, ni con la lapicera, ni con el teclado, se gobierna con el poder real, poniendo lo que hace falta y en unidad, no como chicos de secundario.
Alberto no te conviertas en eso, ponete los pantalones que te queda un año para defender lo que votaron millones de argentinos, el fin de la corrupción y la impunidad, el fin de la improvisación, de los ricos a costa de la necesidad de las personas, pero por sobre todo de la gobernabilidad por decretos a medida, ponete los pantalones, suelta la guitarra y agarrá la pala.