El amor un sábado de agosto
Peronistas, de bancadas, grupos o solo peronistas, demostraron su acompañamiento a la vicepresidenta de la Nación, Cristina Kirchner, a cuadras de su domicilio. El clima de la convocatoria solo emanó lealtad.
Eran casi las 16 cuando en Santa Fe y Montevideo, Recoleta en su máximo esplendor, había un movimiento poco usual, no solo de los vehículos que circulaban por la zona, sino los transeúntes que iban y venían de la zona de la calle Juncal.
Hasta ese momento, sabiendo que había un llamado a manifestar, no era simple distinguir quiénes serían parte del mismo. Sin identificaciones partidarias, los caminantes charlaban entre sí. Aunque hubo grandes delatores, de esos que no se equivocan: los rostros. Caras de enojo, otras de resignación, otras de valentía y entusiasmo deambulaban por Juncal.
Esa calle ya estaba sin acceso vehicular, los policías de tránsito lo hacían respetar a rajatabla. Caminar era la única opción para llegar al epicentro del ‘amor’.
Sin colectivos ‘arreadores’, en los alrededores, las personas llegaban de a puñados: uno, dos o tres, no importaba, lo que querían era ser parte. Los solitarios se integraron a las bancadas partidarias en la plaza Vicente López y Planes. Esas coincidencias históricas inexplicables. El nombre del espacio público es el del prócer que nos dio el himno argentino, el que en un fragmento reza: ¨… Sean eternos los laureles que supimos conseguir, coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir.¨ Y eso, si se sentía, en cada uno de los que estaban presentes.
Arenales, Montevideo, Juncal, Paraná, Talcahuano y alrededores fueron testigo de una demostración de apoyo que se explicitó en el afecto hacia quien, por estos días, está en las miras de la Justicia Nacional, por corrupción.
Miles de voces se unificaron para cantar, saltar, y manifestar que esta mujer, Cristina Kirchner, la vicepresidenta de la Nación, no está sola, que detrás suyo hay un ejército que la respalda.
Banderas, bombos, cohetes juntaron a peronistas y dirigentes que fueron parte de la Cita en la que solo se demostró amor y unión.
En contraposición, y párrafo aparte, el arsenal impuesto por el Gobierno de la Ciudad, para que quienes se movilizaban llegan al frente de la condominio en el que vive la Cristina, no opacaron la misión, hasta luego de las 18.