Xi Jinping es designado para un tercer mandato presidencial en China.

La Asamblea Nacional Popular de China ha designado al presidente Xi Jinping para un tercer mandato de cinco años, lo que le confiere un poder absoluto en el país. Xi ya controlaba la Comisión Militar Central y ostentaba el puesto de secretario general del Partido Comunista, pero su inclusión en la Constitución y la eliminación del límite de dos mandatos consecutivos le conceden un dominio total sobre los tres brazos del poder. La designación de Xi, que ha recibido críticas por su culto a la personalidad y su estrategia para erosionar a sus rivales, le permite enfrentar desafíos como la rivalidad con EE. UU., la crisis económica y demográfica, la burbuja inmobiliaria y la pandemia del covid-19.

Además, la política represiva del régimen chino contra los disidentes y la población musulmana en la región de Xinjiang ha sido criticada por la comunidad internacional. Xi Jinping ha defendido estas medidas como necesarias para garantizar la estabilidad y la unidad del país.

En cuanto a la economía, Xi ha propuesto una estrategia denominada “doble circulación”, que busca impulsar el consumo interno y reducir la dependencia de las exportaciones en un contexto de tensiones comerciales con Estados Unidos. También ha promovido una mayor apertura al exterior y ha establecido acuerdos comerciales con países de la región Asia-Pacífico.

En cuanto a la política exterior, Xi ha reforzado la presencia china en el escenario internacional a través de iniciativas como la “Belt and Road”, que busca conectar Asia, Europa y África a través de infraestructuras y comercio. También ha defendido el multilateralismo y ha propuesto reformas a las instituciones globales para hacerlas más representativas de los países en desarrollo.

En resumen, el tercer mandato de Xi Jinping se presenta con importantes retos internos y externos para el régimen chino. La concentración del poder en su figura y la política represiva del gobierno han sido objeto de críticas por parte de la comunidad internacional, mientras que la economía y la política exterior se presentan como desafíos clave para el futuro de China en un contexto de incertidumbre global.

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