Jorge Lanata, un chico en Sarandí

Jorge Ernesto Lanata ​ fue un periodista y escritor argentino.​ Incursionó en diversos géneros como el periodismo de investigación, la literatura, el documental, la televisión, el cine y el teatro de revista, así como también intervino en la fundación de diarios, revistas y portales de noticias.​Falleció hoy 30 de diciembre.

Fuimos al mismo colegio y el primer contacto, más allá de estar en el mismo grado, fue  en el micro que nos llevaba y traía del mismo. Allí supe que su tía tenía una colección encuadernada de revistas Patoruzú, historieta que por entonces y a la edad de 10 años, yo coleccionaba. Jorge me contó que le era imposible prestarlas, pero si queria podia ir a su casa a leerlas. La casa estaba a unas 7 cuadras de la mía y casi frente al club Cramer, emblemático del barrio de Sarandí donde vivíamos.La tia era un típica señora mayor y lo trataba con mucho cariño.Su casa, también entrada en años, lucía  impecable. Al fondo había algo que jamás olvidaré: toda la estructura de un conventillo típico de los años 30, entero y abandonado.

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Las habitaciones eran grandes y tenía dos pisos. Uno a la salida de lo que era la cocina y sobre este, otro más. Todo con madera gastada y en varias partes por romperse, pero se mantenía ahí, quieto y en silencio. Jorge me hizo recorrerlo todo, cada habitación y cada escalera, bajamos y subimos varias veces mientras me explicaba que gente suponía había vivido allí.No se si por esta misteriosa estructura es que comenzó a amar la geografía. 

Me mostró, luego del recorrido y mientras tomábamos la típica merienda, la encuadernación de las revistas. Estas eran increíbles, tenían unas tapas duras y cada tomo tenía unos 10 ejemplares. Las miramos y Jorge le preguntó a su tía si yo me podía llevar alguna para leer en casa. La tía accedió a regañadientes, ya que eran un tesoro familiar. Finalmente salí con un tomo, después de darle una mirada a los cuatro o cinco que completaban la colección.En el transcurso de esa misma tarde me mostró las cartas que escribía a distintos países, pidiendo información sobre lugares o circunstancias específicas, yo entendí, en ese preciso momento, que todo eso no competía con mi interés por Racing o por el mundo de las historietas y las miraba de reojo mientras leía otro tomo del indio patagonico.

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Jorge Lanata, un chico en Sarandí

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Esta conducta por la búsqueda y lectura de información se fue multiplicando y en el micro, que nos llevaba y traía del Colegio San Martin de Avellaneda, se sentaba con el cabezón Bordigoni y le explicaba cómo debía hacer para recibir esta cantidad de correspondencia. Desde allí,  todos los días compartían información que yo apenas entendía. Eran informes de organizaciones internacionales, sobre estadísticas y procesos sociales en diferentes lugares del mundo. Esto los distanciaba de todo el resto de los chicos,pero para Jorge no era un inconveniente, su amor por conocer e informarse estaba por sobre toda necesidad de compañerismo escolar.

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Debo reconocer que sentí cierta envidia, más que nada por los folletos que recibían, pero me reconocí incapaz de empezar a leerlos. Me quede con el tomo de Patoruzú todo lo que pude,intenté que se olvide, ya que mi verdadero propósito fue quedármelo, el me confesó no le interesaba en lo más mínimo ya que se dedicaba escribir cartas al ONU y a entender los contenidos de las respuestas.Una tarde se apareció por casa y me dijo que la tía lo mandó a buscar el libro y se lo devolví. Lo vi irse y pensé que él era distinto, no le interesa el fútbol,ni las historietas, amaba las clases de geografía y era incapaz de patear una pelota,pero me mostró su curiosidad por saber, su necesidad de encontrar temas a tono de sus propias preguntas y estas a sus 10 años, no eran ni el resultado de Racing el domingo, ni la aventuras de Superman, Batman o el indio Patoruzú. 

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