Aumentaron 33% las muertes en las cárceles de Río de Janeiro durante la pandemia

La Defensoría Pública de Río de Janeiro informó hoy en los últimos meses las muertes en las cárceles aumentaron 33% en comparación al año pasado y señaló que al menos medio centenar de presos falleció en plena crisis del coronavirus.

Entre el 11 de marzo y el 15 de mayo, durante la cuarentena decretada en las penitenciarías por el coronavirus, murieron 48 presos, el mayor número registrado en los últimos seis años y, según la Defensoría Pública regional, el aumento “puede ser una consecuencia del coronavirus”.

La Secretaría de Administración Penitenciaria (Seap) confirmó la muerte de al menos cuatro presos por coronavirus desde que comenzó la pandemia.

La Defensoría no confía en la transparencia de la Seap por lo que presentó un recurso para acceder a los reportes de salud de los presos y tener información actualizada sobre los avances del virus en las cárceles, informó la agencia de noticias EFE.

Según la entidad, además de las sospechas de que el incremento de muertes se deben a la pandemia, hay registros de fallecimientos por insuficiencia respiratoria en algunos presidios.

“La situación que ya era grave en tiempos normales, empeoró en tiempos extraordinarios como el que se vive hoy”, afirmó Emanuel Queiroz, coordinador de Defensa Criminal de la Defensoría Pública de Río de Janeiro a través de un comunicado.

Brasil registró ayer un récord diario de 1.179 muertes, lo que elevó el número de fallecimientos a 17.971 en dos meses y 271.628 personas contagiados, por lo que se convirtió en el tercer país con más casos del mundo, detrás de Estados Unidos y Rusia. 

Río de Janeiro tiene 49.000 presos, de los cuales, al menos 800 están en el grupo de riesgo por tener más de sesenta años.

A raíz de la pandemia, el gobierno de Río determinó la suspensión de visitas en unidades penitenciarias y autorizó la salida de 2.200 presos que estaban en régimen semiabierto.

La suspensión de las visitas a los presos en las cárceles también fue adoptada más tarde por otros gobiernos regionales y por el gobierno nacional a fin de evitar la propagación del virus en una población penal calculada en unas 800.000 personas, en su mayoría hacinadas en lugares poco adecuados, informó EFE.

Según organismos de derechos humanos, el sistema penitenciario brasileño está considerado como uno de los peores del mundo, con un déficit cercano a las 350.000 plazas y un hacinamiento cada vez peor, además de una precaria atención sanitaria.

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