Armenia y Azerbaiyán, un odio tenaz

Por Agence France-Presse

Ereván – Armenia y Azerbaiyán, dos exrepúblicas soviéticas del Cáucaso, se profesan un odio tenaz desde hace décadas a raíz de un conflicto territorial, que desde el pasado domingo se ha materializado en mortíferos combates.

Nagorno Karabaj

En el corazón de las relaciones tóxicas entre Armenia y Azerbaiyán está la región de Nagorno Kabaraj. El enclave, de mayoría armenia y anexionado en 1921 a Azerbaiyán por las autoridades soviéticas, proclamó unilateralmente su independencia en 1991 con el apoyo de Armenia.

A esto le siguió una guerra que dejó 30.000 muertos y centenares de miles de refugiados. A pesar del alto el fuego firmado en 1994 y de una mediación obrada por Rusia, Estados Unidos y Francia que conformaron el llamado Grupo de Minsk, los choques armados en la zona continuaron siendo frecuentes.

AFP

Antes de los combates del domingo, los enfrentamientos recientes más importantes ocurrieron en abril de 2016 y dejaron unos 110 muertos.

Revueltas contra dinastía

Armenia, un país cristiano desde el siglo IV, ha tenido una historia turbulenta desde su independencia, en 1991. Este Estado empobrecido y enclavado ha sido escenario de varias revueltas, represiones violentas y elecciones controvertidas en un contexto de clientelismo y autoritarismo por parte de los diferentes mandatarios que se han sucedido en el poder.

En la primavera de 2018, una revolución pacífica aupó al poder al actual primer ministro, Nikol Pashinyan. Este último ordenó reformas bastante populares para democratizar las instituciones y atajar la corrupción.

Azerbaiyán, una tierra chiita a orillas del mar Caspio, está gobernada por una misma familia desde 1993. Heydar Aliev, un exgeneral del KGB soviético, dirigió el país con puño de hierro hasta octubre de 2003, y le pasó el poder a su hijo, Ilham, unas semanas antes de morir.

Como su padre, Ilham Aliev no ha dejado que emerja ninguna oposición. En 2017, nombró a su esposa Mehriban vicepresidenta primera del país.

Rusia, Turquía y genocidio

Turquía, que tiene ambiciones geoestratégicas en el Cáucaso y en la Asia central exsoviética, ha hecho de Azerbaiyán, un país de habla turca rico en hidrocarburos, su principal aliado en la región, una amistad alentada por su aversión por Armenia. Ankara apoya a Bakú en su voluntad de recuperar Nagorno Kabaraj.

Los armenios también albergan una cierta hostilidad hacia Turquía a causa del genocidio de cerca de 1,5 millones de compatriotas suyos por parte del Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial. Turquía rechaza ese término y califica el suceso de masacres recíprocas. Soldados del Ejército de Defensa del Karabaj saludan mientras se dirigen a la ciudad de Martakert durante enfrentamientos con Azerbaiyán en Nagorno-Karabaj el 29 de septiembre de 2020. Foto: AFP

Con todo, la gran potencia regional continúa siendo Rusia, que tiene unas relaciones más estrechas con Armenia que con Azerbaiyán, aunque vende armas a ambos países.

Ereván ha participado en alianzas políticas, económicas y militares dominadas por Moscú, como la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). Además, Armenia necesita a Rusia más que Azerbaiyán, pues este último es un país más rico, y ha aumentado su gasto militar.

Petróleo contra diáspora

Azerbaiyán, gracias a sus ingresos derivados del petróleo, emprendió en los últimos años una campaña para darse a conocer en todo el mundo, sobre todo en Occidente, más allá de su reputación de autoritarismo y nepotismo.

Así, Bakú invirtió en misiones de patrocinio, como en la Eurocopa 2020 de fútbol, aplazada a causa de la pandemia de coronavirus. Azerbaiyán acogerá algunos encuentros de esta competición. Además, en el país también se celebra un Gran Premio de Fórmula 1. Asimismo, Bakú intenta imponerse en Europa como una alternativa a los hidrocarburos rusos. Dos hombres con la bandera de Armenia y Estados Unidos en una protesta frente al consulado de Azerbaiyán en Los Ángeles, el 30 de septiembre de 2020. Foto: Valérie Macon / AFP

Armenia, por su parte, cuenta con la baza de su amplia e influyente diáspora, herederos de los refugiados de la represión otomana. La estrella mundial de la telerrealidad Kim Kardashian, el cantante Charles Aznavour o la cantante y actriz Cher, por ejemplo, tienen en común sus orígenes armenios.

Algunos asumieron el papel de embajadores oficiosos de Ereván, como Kim Kardashian sobre el genocidio, o Charles Aznavour, que recaudó fondos para ayudar a Armenia tras el devastador sismo de 1988.

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