El mural de Djokovic en el centro de Belgrado, vandalizado y restaurado de nuevo.

Novak Djokovic, que sufrió las guerras de los Balcanes y la desintegración de Yugoslavia en el seno de una familia sin grandes medios económicos, sabe bien lo que es pasar del infierno al cielo. De viajar por el mundo sin dinero a amasar una inmensa fortuna con sus 24 Grand Slams. De no ser nadie a convertirse en Dios en su país. Un país, o más bien una parte, que ahora quiere borrarle de su panteón de ídolos. A degradarlo de héroe a “traidor”. El tenista se puso del lado de las protestas estudiantiles contra el presidente Aleksandar Vucic desde finales del 2024, y eso le está pasando factura.

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Con información de UNAR AGENCY