El pasado 6 de febrero, Santiago Morro García, exdelantero de Godoy Cruz, fue hallado muerto en su departamento en la provincia de Mendoza. Según indicó Claudia Ríos, la fiscal de Homicidios a cargo de la investigación de la muerte, el uruguayo se suicidó de un disparo en el parietal derecho. La banalización, la ignorancia y el papel de los medios en relación a la depresión.
Un nuevo episodio volvió a poner a la salud mental en el centro de la escena, al menos por un momento, hasta que deje de ser el “tema de moda” y nuevamente los gurúes de la felicidad nos digan que “todo es mental”, y minimicen la depresión, por ejemplo, a una simple tristeza, y que los periodistas y panelistas sigan sin medir el peso de sus palabras. Santiago el Morro García era depresivo y estaba bajo tratamiento psiquiátrico. Es importante destacar que la depresión no es solo “estar triste”, ese es únicamente uno de los síntomas de un trastorno que es el principal responsable de los cerca de 800.000 suicidios que se producen cada año, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La gravedad de la depresión
La depresión es un trastorno mental que se caracteriza por provocar tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración. Los casos más graves llevan al individuo a autolastimarse e incluso a quitarse la vida. Además, es la principal causa de discapacidad en el mundo, y la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) estima que un 20% de los pacientes internados por infarto de miocardio manifiestan síntomas de depresión. La OMS asegura que unas 300 millones de personas en todo el mundo sufren de depresión. Los tratamientos psiquiátricos, que incluyen la ingesta de distintos medicamentos, son claves para combatir este flagelo.
Estigmatización, ignorancia y costosos tratamientos
El suicidio del Morro García sacudió al mundo del fútbol, pero también hizo mella en el resto de la sociedad. La salud mental sigue siendo subestimada por gran parte de la población, más que nada debido a la ignorancia y desconocimiento que existe con respecto a la misma, sumado a que no es tan palpable como los problemas clínicos. “Pedí ayuda“, fue uno de los mensajes más repetidos en las redes sociales y en algunos medios de comunicación. “Los estudios muestran que 3 de cada 4 personas que viven con enfermedades mentales graves retrasan la búsqueda de atención, en parte debido al miedo al estigma”, aseguró recientemente para IndexMedia la Médica Especialista en Psiquiatría y fundadora de Neurociencias Aplicadas Romina Capellino. La OMS afirma que más de la mitad de los afectados en todo el mundo -90% en muchos países- no recibe tratamiento por falta de recursos y de personal capacitado, además de la estigmatización de los trastornos mentales y la evaluación clínica inexacta. ¿Cómo alguien va pedir ayuda si probablemente no sepa lo que le pasa, tenga miedo a que lo señalen y lo juzguen y, encima, deba afrontar costos altísimos para acceder a un tratamiento psiquiátrico.
La peligrosa banalización de la depresión: ¿qué dicen los profesionales?
El abandono de parte de Godoy Cruz
“El ciclo del Morro García está terminado. Necesitamos líderes positivos. Hemos tenido líderes negativos. Tuvimos problemas complejos y no los pudimos resolver. Ahora lo vamos a resolver. Vos no podés ser un líder y no ir al gimnasio, estar en rojo con todas las mediciones. Hay una situación de jugadores que profesionalmente no han cumplido, si no cumplen no pueden estar”, afirmó José Manzur, presidente de Godoy Cruz, a fines de diciembre de 2020, unos días antes del trágico desenlace. A diferencia de lo que muchos afirman, no todo el que dice que se quiere suicidar lo hace para llamar la atención. De hecho, está probado que la mayoría de las personas que se quitan la vida pidieron ayuda de alguna u otra manera antes de hacerlo. Si al Morro, en lugar de tratarlo como un simple número que no cerraba, lo hubieran tratado con más humanidad, podrían haber advertido que sus ausencias en los entrenamientos y su aumento de peso, cuestiones que condicionaban su rendimiento, eran señales de que algo andaba mal. Estamos hablando de alguien que, como mencionamos, estaba bajo tratamiento psiquiátrico, y evidentemente no recibió el respaldo que necesitaba de su club
Godoy Cruz no acompañó a quien desde 2016 fue uno de sus mejores jugadores, y que con 52 tantos es su goleador histórico. “Sintió mucho que lo relegaran del equipo. Mi hijo se murió por un negocio, hay gente que vive de las habilidades de otras personas. Manzur le pidió a mi hijo el otro 50% del pase para dejarlo ir”, sostuvo Claudia Correa, madre del futbolista quien estaba desesperado por abandonar la institución mendocina ya que estaba “colgado”, o sea sin jugar. Además, la mamá dijo que el dirigente nunca le contestó los mensajes, y que fueron sus propios amigos y familiares quienes la ayudaron a llegar a Mendoza. El club, cuyo presidente no quiso interrumpir sus vacaciones en Cariló, nunca la ayudó. No contentos con eso, desde El Tomba publicaron un penoso comunicado a través de las redes sociales, en el que intentaron “lavarse las manos”.
COMUNICADO OFICIAL DE LA COMISIÓN DIRECTIVA. pic.twitter.com/5RpMVBa58W
— Club Godoy Cruz (@ClubGodoyCruz) February 7, 2021
La depresión, todos los problemas que conllevó y conlleva la pandemia, el trato que recibió de parte de Godoy Cruz, el hecho de no poder ver a su hija debido a las restricciones que Uruguay impuso para la prevención del COVID-19, entre otras tantas que no conocemos, son algunas de las peleas que la mente del Morro tuvo que librar, hasta que un día dijo basta.
El rol del periodismo
El papel del periodismo, un oficio tan bastardeado hoy en día, es vital en este tipo de casos. El periodista necesita ser un nexo entre la información y el público. En este caso, un intermediario entre los profesionales de la salud y la evidencia científica y la población. Hablar con voz afligida, lento, al borde de las lágrimas, es solo sensacionalismo, mostrar que uno está dolido. Esto es algo muy típico en esta época, en la que, ya sea por publicidad, ego, o ambas, muchos olvidaron uno de los pilares del periodismo: el periodista no es el protagonista.
Además, nuevamente quedó expuesto algo bastante grave, la participación en los medios de aquellos que no son periodistas. Cada vez es más frecuente ver a exjugadores de fútbol en los programas de televisión y radio. Sus formas y anécdotas llaman la atención del público, pero comunicar de manera masiva, y más acerca de temas relacionados a la salud, no puede ser una constante banalidad. Apenas se conoció la muerte del Morro se viralizó un fragmento de una emisión del programa 90 Minutos, en la que Oscar Ruggeri, campeón del mundo con la selección argentina en el Mundial México 1986, ahora devenido en panelista deportivo, se reía del conductor Sebastián Pollo Vignolo por ir al psicólogo. El razonamiento del cabezón fue que como Vignolo es “exitoso” y “no tiene problemas”, es ridículo que se atienda con un profesional de la salud mental. Justamente Ruggeri, quien era el entrenador de San Lorenzo cuando el jugador Mirko Saric, con tan solo 21 años y un futuro prometedor, se quitó la vida. El joven era depresivo. En el afán de ver quién dice la frase más fuerte, de quien genera más risas o interacciones en las redes, se dicen barbaridades que sin dudas desinforman.
Pero Ruggeri no es el único, y si bien esta tendencia no se resume solamente al plano deportivo, cabe destacar el caso del exjugador Diego Díaz. El actual conductor de Tyc Sports, envuelto en varias polémicas a lo largo de su carrera en la TV, estaba criticando duramente a Esteban Andrada, arquero de Boca, por festejar su cumpleaños y mostrarse alegre en las redes sociales, pues hace un mes habían perdido la semifinal de la Copa Libertadores ante Santos. “Yo no te pido que te pegues un tiro, pero no te muestres alegre y feliz”, expresó Díaz a las pocas horas de que se suicidara Santiago García. Una analogía bastante desacertada sin dudas. Probablemente nadie le confíe un caso judicial a alguien que no sea abogado, ni su salud a quien no sea médico, pero por alguna extraña razón, en realidad no tan extraña, sí le confía su información a quienes no se prepararon para comunicar. Claro, los errores del abogado o del médico serán más palpables, pero los de los comunicadores también están, y son graves.