“Mi papá me violó como si yo fuera un animal”

Esa afirmación la hace Helena Calcagno tucumana de 22 años que dejó la provincia en octubre 2021, para encontrar un poco de paz, “no podía caminar tranquila”. En búsqueda de Justicia.
Fue criada por su madre y abuelos maternos porque la violencia que ejercía su padre contra su mamá hizo que esta huyera al poco tiempo de nacida Helena. Así empieza el calvario de una hija que nació de una relación, fue reconocida, jamás se sintió querida por su progenitor, intentó crear un vínculo y en su afán fue abusada sexualmente.
Claro que fue un padre ausente al que la niña, después adolescente y hoy joven siempre quiso ver, generar un vínculo, que la acepte, que la quiera como a sus otras dos hermanas, las que tuvo con otra mujer.
Al mismo tiempo de comenzar a cursar el secundario empieza a relacionarse con su papá, un farmacéutico muy conocido en la ciudad ya que vendía productos de laboratorio en sus farmacias, de la que es dueño junto con su familia,
Al parecer, el farmacéutico siempre fue obsesivo, hasta llegar a plantear a la mamá de Helena elegir entre él o la niña. Además, la mujer caía en desgracia si osaba ponerse un pantalón blanco, o maquillarse los labios de rojo. Odontóloga de profesión y apoyada por sus padres, ella supo alejarse cuando llegó a la puerta del infierno, algo que Teté (Helena), no pudo hacer.
Le dicen que miente, la estigmatizan pero la joven asegura que esa noche de martes, en el 2017, en la que se disgustó con su mamá y buscó refugio en su progenitor no fue un sueño o una pesadilla sino el “mismísimo infierno” y “por favor decime Teté Gobbo (apellido materno) porque no puedo oír mi nombre, es como escucharlo a él”, me retruca apenas empezamos a charlar. Esa confesión dio paso a la otra, a la que más pesa, a la que calló durante 7 años y salió a la luz por una frase que la madre le dijo en una conversación cotidiana; la que expuso, a medias, en redes sociales, buscando justicia en la Justicia de Tucumán.
“Tengo una rebeldía de esas de adolescentes de16 años con mi mamá y le digo me voy con mi papá. Le pregunto a él ¿puedo vivir con vos un tiempo?”, me contestó que sí, que sería difícil pero sí. Igual sabía que eran unos días hasta que me arregle con mi mamá. Llevo mis cosas a su casa, en la calle 25 de Mayo entre Santa Fe y Marcos Paz, un piso grande y cuando llego me da una habitación”, recuerda ‘Teté con una voz aguda, como de esa niña que se quedó en el tiempo a pesar de sus 22 años.
Esa noche fue el inicio del fin: “salgo del cuarto para ir al suyo, no sé por qué, y él estaba con mi hermana más chica, de 4 años. Ella estaba en camisón y viendo dibujitos en la tablet y cuando abro la puerta lo veo tocándola en sus partes íntimas por arriba y debajo de su ropa interior. No entendía, pensé qué está pasando acá, me quiero ir. Quedé en shock”, cuenta mientras se da cuenta que hoy no lloró.
“Me voy para hablarla a mi mamá y él sale atrás mío, entra a la pieza y me tira en la pieza y me tira a la cama. Me pone su mano entre los dientes y comienza a penetrarme. Yo no tuve mi primera relación sexual sino que la primera fue una violación”, se quiebra. “Lloraba y le pedía a Dios que parara, me dolía demasiado. Era como si yo fuera un animal”.
“Cuando termina se levanta el pantalón y se pasa el dedo por el cuello y me hace shhhh (sic). Me quedé un rato en la cama, no me podía mover, el dolor que sentí era insoportable, esa noche no pude hacer pis”. Abro el agua de la ducha y me meto en la bañera con agua bien caliente, tengo lo que hoy sé es un ataque de pánico mezclado con un dolor en el alma, preguntándome que hice para no me quiera, para que me haga esto”.
“Cuando fui al colegio al otro día, iba al JIM (Juvenil Instituto Moderno), no podía ni subir las escaleras y les dije a mis amigas que los zapatos me lastimaban, a mi mamá le dije lo mismo, le hizo de todo a los zapatos y me terminó comprando unos nuevos.” Y “ese día, antes que terminen las clases me manda un mensaje, que escucharon mis amigas: ‘andate de mi casa, buscá tus cosas, sos una mentirosa. No entendía nada, busqué todo y me fui a mis abuelos y cuando llego abro la puerta y me sentí como una pluma, me largo a llorar y llorar”.
“Lo que pasó lo reprimí, pensé que era mi culpa, qué hice para que no me quiera”.
Los días siguientes no hicieron más que sumar preguntas, en soledad y sin que alguien se imaginara siquiera lo sucedido. “A los días me planto, voy y le toco el timbre, estaba descontrolada. Me dice que suba. Llego y estaba acostado. Lo miré desde el costado de la habitación y le preguntaba por qué me hizo eso. Él me decía no sé y se reía. Y me dice: ‘bueno Helena si vas a seguir llorando así andate y me sacó como a un animal. Me senté en la plaza de la esquina de su casa a llorar, la llamé a mi mamá y le pedí que me busque”.
“Desde que pasó no le conté a nadie, no podía, me lo ocultaba a mi misma y me sentía culpable, hasta seguía insistiendo en un vínculo. En 2018, empecé a estudiar farmacia para ver si me acepta, mi mente enfocada en el vínculo y no lo que me había hecho. Jamás volví al momento me dolía mucho que no me quiera. Fui masoquista conmigo” se reprocha algo que va a durar toda la conversación porque la montaña rusa de emociones subía y bajaba con más envión.
Después de un par de años, tuvo noticias de él, en 2019 ya habían mediado por alimentos, pero en 2021 estando con su familia de vacaciones, la llamó, “dice que estaba viviendo en un hotel, que se había separado, que se sentía solo, que quería hablar conmigo y yo le dije vuelvo a la ciudad y hablamos; sabía que tenía que hacerlo en un lugar público. Y así pasó, me pidió perdón por lo que había pasado hace 5 años atrás. Yo, con mis emociones a cuestas le dije que sí, que lo perdonaba pero que jamás volviera a intentar nada porque ahí si iba a morir para mí”.
Para ese tiempo, el hombre salía con la dueña de otra importante cadena de farmacias, “se puso en el papel de buen padre”, hasta que “un día cuando me va a dejar en mi casa me agarra el muslo y me quiere dar un beso en la boca. Salí del auto y apenas pude lo bloquee del celular. Todo cambió para mí. Me sentía sucia”.

La necesidad de protección que fluye de un silencio que ni Teté se puede explicar hizo que se refugiara en un noviazgo, que para ella fue un sostén. Aunque estaba saliendo con alguien, de novia formal le era imposible intimar, “esto lo conversé con mis amigas y mi mamá y recuerdo que ella me dijo quizás no estés preparada. Nadie sabía de la mochila que llevaba. Este chico me ayudó a seguir sin matarme. lo había pensado varias veces. Nadie entendía el por qué de mis angustias repentinas, de mis pánicos, de mis ataques de ansiedad”.
En ese estado y ya son novio decide irse de la Tucumán y la excusa perfecta fue la trunca relación amorosa. “Viajo a otra provincia en octubre del 2021 , alquilo una habitación y empiezo a trabajar, es como que salía del infierno por ratos”.
“Y en marzo de este año, voy a Tucumán a visitar a mi mamá, siempre fuimos una las dos. Y mientras cenábamos le cuento que me había enterado que mi ex estaba saliendo con alguien. Su respuesta fue el detonante de toda la verdad, su frase me sacó la mochila que cargaba y la abrió. Ella me dijo: esa chica no debe ser tan trastornada como vos. Exploté”.
“Vos no tenés idea por todo lo que pasé, tu papá nunca te penetró”, le contestó a una madre que solo podía mirarla con lágrimas en los ojos, pidiendo explicaciones, haciéndose cargo de ‘culpas’ de esas que generan lo inexplicable. “Se me quedó mirando, empezó a llorar a preguntarme cómo, que le explique lo que acababa de decirle. Y fue la primera vez que lo expuse, le recordé el episodio de los zapatos: ‘Te dije que eran los zapatos, pero no, el dolor que tenía no era en los pies’. Y los cabos sueltos empezaron a juntarse.
“Mi mamá empezó a mover cielo y tierra y yo estaba un poco más cerca de salir del infierno, sin darme cuenta que entraba a otro: el de la Justicia. Por eso recurrí a las redes sociales. Para hacer visible, incluso para mí, la verdad”.
Hoy la causa está en Integridad Sexual 1, me llamó la auxiliar de la Fiscalía, me tomaron la declaración.
Ella está en tratamiento, una vez más, aunque en esta parte con las cartas sobre la mesa. La terapia se llama EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) Desensibilización y Reprocesamiento mediante movimientos oculares.
Él, mi progenitor, ¿prófugo?
“Solo espero que la Justicia actúe, rápido. Sí, yo no conté nada, en su momento, es porque no pude”, añora recordando nuevamente que hasta ahora, en el momento de la charla, no ha llorado aún.
Teté quería era un padre, nunca lo tuvo, sí encontró a un abusador sexual.
Si sos víctima de violencia de género, familiar, abuso sexual llamá al 144 o al 137.
Qué es EMDR
Este proceso fue descubierta en 1987, por la sicóloga norteamericana Francine Shapiro. Advirtió que los movimientos oculares voluntarios reducían la angustia de los pensamientos negativos. Trabaja con un abordaje sicoterapéutico sobre el sistema de procesamiento de información innata del paciente. Este sistema intrínseco puede bloquearse por muerte, abusos de todo tipo, lo cual comienza a generar en el paciente una diversidad de síntomas (miedo, angustia, dolor físico y emocional, afirmaciones como ‘no valgo’, ‘estoy dañado para siempre’. Esta terapia es recomendada para el tratamiento de dificultades emocionales del paciente causadas por experiencias difíciles en la vida, traumas.