.María Teresa Poccioni

Secretaria general: Universidad Nacional Arturo Jauretche.

Florencio Varela, Prov. de Buenos Aires.

Subdirectora – Instituto de Ciencias de la Salud

¿Constituye la red social Facebook un nuevo ámbito de homenaje y recuerdo permanente  de nuestros muertos? ¿Podemos establecer alguna relación entre las dinámicas propias del cementerio como espacio material y las de Facebook en tanto espacio virtual para el desarrollo de los ritos vinculados a la muerte?

Al comenzar las primeras indagaciones, encontramos una información surgida a fines de  octubre de 2009 por parte de la red social Facebook en torno a las políticas a seguir en  caso de la muerte de un usuario, estableciendo que en ese hipotético caso, se dejaría activa su  cuenta en forma «conmemorativa.

De este modo, los directivos de la empresa anunciaban que darían la posibilidad de homenajear

la memoria de los usuarios fallecidos por medio de perfiles conmemorativos donde se puedan  guardar y compartir los recuerdos de personas que han muerto, ya que cuando alguien nos deja, sigue viviendo en nuestro recuerdo y en nuestra red social (extraído del blog de Max Kelly, jefe de seguridad de Facebook).

Más allá de este anuncio formal por parte de la empresa, es posible observar cómo ante la inminencia de un desenlace trágico (enfermedades terminales, estados de coma) o bien ante la muerte de una persona, comienzan a surgir perfiles destinados a manifestar la expresión de dolor, de deseos de mejoría, por parte de amigos, familiares o incluso de gente que no conoce directamente a la persona que atraviesa esas circunstancias pero se siente impelido a manifestar sus sentimientos en relación al hecho (tal es el caso de distintas personalidades

reconocidas en algún aspecto por la sociedad como cantantes, escritores, poetas, artistas en general).

A modo de ejemplo: cuando la conocida cantante argentina de música popular Mercedes Sosa comenzó a atravesar los problemas de salud que derivaron en su deceso, se creó un perfil de Facebook con su nombre que actualmente tiene más de 3900 miembros, no sólo de la Argentina sino de distintos países. La primera intervención en el muro de dicho perfil , data del 24 de agosto de 2009, con una seguidilla de mensajes con opiniones sobre la artista y deseos de pronta mejoría, así como frases de aliento tales como «no te entregues, ánimo», «mucha fuerza, no te rindas, Negra por favor no nos dejes, toda América te quiere».

A partir del 4 de octubre, fecha de su muerte, comienzan a aparecer una gran cantidad de intervenciones de distintos usuarios, quienes «suben» al perfil letras de canciones, poemas, artículos periodísticos sobre el significado social de la muerte de Mercedes Sosa, videos con canciones, y fundamentalmente mensajes personales de despedida y manifestaciones de profundo cariño y respeto hacia ella.

Algunos ejemplos son:

«Chau Negrita, música del alma universal que nos unió salvando distancias ficticias… Jamás dejarás de acariciarnos con tu melodía…»

«Te voy a tener siempre conmigo como cuando te empecé a escuchar cuando tenía 7 años en el tocadiscos de mis papás. Te quiero Negra…»

«Dulce y feliz viaje Negra, gracias por tu voz, gracias por tu amor, gracias por tu vida».

«Siempre estarás en mi corazón, que tengas paz Negrita…»

«Mercedes Sosa no murió, se fue de gira.»

Incluso en algunos casos, en el estilo tradicional de frase ritualizada, como en algunos ejemplos pasados unos días de su muerte:

«Descansa en paz, ‘’negrita’’» (8 de octubre)

«Dejaste tu legado. Descansa en paz» (22 de noviembre)

«Tu causa fue mi causa. Mis respetos» (6 de diciembre)

Mercedes Sosa

En los casos de fallecimiento de personas que no son famosas se produce una situación similar. Ante la internación por ACV de una profesora de secundario en una ciudad argentina, los mismos alumnos generaron varias páginas en Facebook para «darle aliento» y ante su muerte, acaecida en marzo de 2009, dichos perfiles se poblaron de miembros que aún hoy continúan dejándole mensajes (uno cuenta con 1557 y otro con 786 miembros).

«No te vamos a olvidar nunca, sos un ángel en nuestras vidas».

«… aunque no estés ya con nosotros, estoy segura estarás haciendo sonreír a los ángeles y haciendo una rica torta para festejar tu cumple como la que comíamos en la escuela secundaria, te acordás?»

La profusión de este tipo de perfiles, y la creciente utilización de las redes sociales para la expresión de sentimientos ante la muerte de una persona, nos permite inferir que estamos ante el surgimiento de un nuevo ritual, una nueva práctica social creando una suerte de «cementerio virtual», en el cual las viejas lápidas dejan paso a los «muros», donde en vez de ofrendas, se dejan mensajes que pueden ser no sólo textos sino todo tipo de imágenes gracias a las posibilidades que el medio ofrece.

Al mismo tiempo, gran parte de la reflexión actual en torno a los rituales funerarios ha llevado a plantear la gradual pérdida de ciertas prácticas como la asistencia a velorios o entierros, la visita a cementerios. Hay quienes sostienen que esto tendría relación con el lugar que se considera que ocupa el acontecimiento de la muerte en nuestra sociedad actual, en la cual a diferencia de otros momentos históricos donde el «duelo» era visto como imprescindible para la elaboración del dolor ante la pérdida de un ser querido, hoy la tendencia sería darle la espalda a la muerte, y huir de cualquier forma de dolor, tratando de borrar o hacer menos visible el acontecimiento de la muerte. Sin embargo, la aparición de estos perfiles conmemorativos de Facebook a los que nos hemos referido, parecería contradecir esta idea, por lo menos en algunos sectores de la sociedad.

EN LA BÚSQUEDA DE ANTECEDENTES

La elección de este tema de investigación nos condujo inicialmente a una dificultad: la ausencia de trabajos o investigaciones en este campo, debido a distintas cuestiones como la «novedad» del tema y la velocidad en la que se producen los cambios, así como la «mala opinión» que todavía persiste en la consideración de las redes sociales tales como Facebook, Twitter, y otras, como ámbito de indagación científica.

Entre los trabajos encontrados en torno al análisis de la incidencia de internet en la vida cotidiana, se destaca el número de la revista electrónica Razón y Palabra, dedicado a «Cultura digital y vida cotidiana en Iberoamérica», agosto-octubre 2010.Entre sus artículos, sólo uno aborda el tema de la muerte, referido específicamente a la muerte del cantante Michael Jackson y su impacto en las redes sociales. En este trabajo la perspectiva utilizada es de índole cuantitativa, ya que establece el impacto según la cantidad de información que circuló por diferentes redes sociales.

En cuanto a estudios referidos específicamente a Facebook, existe una gran cantidad de trabajos, siendo conocidos en nuestro país los realizados por Alejandro Piscitelli quien incluso llevó a cabo desde la Universidad de Buenos Aires lo que denominó Proyecto Facebook, con el objetivo de explorar el «uso, apropiación, rediseño y crítica del «efecto Facebook» (http://www.proyectofacebook.com.ar).

Gran parte de los trabajos de estudiosos norteamericanos giran fundamentalmente en torno a esta red social como poderosa herramienta para las interacciones sociales, especialmente entre los jóvenes. Una aproximación interesante, coincidente con nuestro planteo aunque orientado en forma distinta desde un punto de vista teórico metodológico, es el trabajo Morte e luto no ciberespaco, de José Carlos Silvestre y Nuricel Villalonga Aguilera.

En este estudio, a partir de la observación de ciertos sucesos ocurridos en la web a partir del fallecimiento tanto de personas «reales» como de «personajes» creados en juegos en red con la utilización de «avatares», los investigadores plantean que los distintos programas creados para su utilización a través de internet no prevén la muerte de sus usuarios, lo que lleva a dichos usuarios a «construir sus propias formas de lidiar con la cuestión, subvirtiendo las herramientas de los sistemas para la creación de rituales».

Asimismo plantean que actualmente las expresiones de luto han pasado del mundo real al mundo virtual, con el consecuente intento de adecuar los rituales de uno a otro mundo.

«Los ritos fúnebres permanecen arraigados a la cultura humana y participan de la disolución de vínculos y del enfrentamiento de la angustia que la conciencia de la finitud humana genera. Los rituales aportan formas convencionales para organizar ciertos aspectos de la vida social celebrando nuestra solidaridad, compartiendo sentimientos y generando sensaciones de cohesión social».

Otro artículo encontrado fue el denominado Cibercepção da morte, luto virtual el misticismo tecnológico, de Paulo Cunha Filho. Aquí el autor trabaja sobre las transformaciones y transposiciones afectivas del mundo real hacia el mundo virtual, en la forma de ciberrelaciones específicas». Particularmente le interesa analizar la experiencia de la muerte en lo que se denomina el «ciberespacio» y propone la idea de «cibercepción» para referirse al modo en que nuestras mentes han transformado y aumentado su capacidad de cognición y percepción debido a la utilización de las nuevas tecnologías de información y comunicación.

HACIA UNA CONCEPTUALIZACIÓN DEL RITUAL

Existe una gran cantidad de usos y significados en torno a los términos rito y ritual. Excede el objetivo de esta presentación indagar en torno al origen e historia del concepto, pero es preciso mencionar que las primeras definiciones provienen de la antropología dedicada al estudio de las llamadas «sociedades primitivas». Hoy en día, existen muchas contradicciones entre los propios etnólogos en torno al concepto. Lo cierto es que «la conceptualización de los rituales se forjó en el campo de lo religioso y, en sus inicios, tanto en la escuela antropológica francesa como inglesa el rito, como el mito, pasó a formar parte del estudio de las religiones» (Segalen, 2005).

El propio Durkheim asimila rito y religión en Las formas elementales de la vida religiosa, donde plantea que los ritos «traducen alguna necesidad humana, algún aspecto de la vida, sea individual o social» (Durkheim, 1993). Establece la función de cohesión y transmisión de valores en el grupo social, en tanto plantea que «los ritos son maneras de actuar que nacen solamente en el seno de grupos reunidos, y que están destinados a suscitar, mantener o renovar ciertos estados mentales de esos grupos» (Durkheim, op.cit.). Según Martine Segalen, al aplicar el concepto a la sociedad actual el concepto se orientó a aspectos más profanos y, en ocasiones, menos colectivos.

Desde la antropología se han propuesto diversos caminos para comprender los distintos sentidos, funciones, estructuras y características de los procesos sociales denominados «rituales», siendo conocidos los trabajos de Víctor Turner, quizá el teórico más influyente en el estudio de los ritos en la teoría social contemporánea. En su libro La selva de los símbolos afirma que el ritual debe entenderse como «una conducta formalmente prescrita en ocasiones no dominada por la rutina tecnológica y relacionada con la creencia en seres o fuerzas místicas» (Turner, 1990:21).

Por su parte, Marcel Mauss y Mary Douglas remiten el concepto de rito al campo de la acción simbólica. Ambos sostienen que existe rito donde se produce sentido. Según Douglas, «en cuanto animal social, el hombre es un animal ritual. Si se suprime el rito bajo cierta forma, no deja de surgir en otras con mayor fuerza mientras más intensa es la interacción social. Sin las cartas de pésame, los telegramas de enhorabuena, y sin postales de vez en cuando, la amistad de un amigo distante no constituye una realidad social. No tiene existencia sin los ritos de la amistad. Los ritos sociales crean una realidad que no puede subsistir sin ellos» (Douglas, 1973).

A partir de lo expuesto, creemos que los nuevos rituales surgidos a partir de la incorporación de las nuevas tecnologías a la vida cotidiana contribuyen a la resignificación no sólo de la muerte como fenómeno biológico y cultura, sino de la relación entre los vivos y las personas fallecidas.

Así como en otros momentos la sociedad necesitó instancias tales como velatorios y cementerios, hoy dichas prácticas coexisten con otras que se producen a partir de la mayor injerencia de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana de un amplio segmento de la sociedad.

En consecuencia, una pregunta general como la que sigue: ¿cómo se transformó la significación que se le da a la muerte a lo largo de la historia. Esta es una pregunta que, además de ser inabordable, en uno de sus capítulos debe tomar en cuenta el impacto de las nuevas tecnologías en los comportamientos individuales, en el establecimiento de prácticas comunes, en las posibilidades de expresión de las personas y quiénes acceden a esa posibilidad, entre otras.

Nos preguntamos cómo se transformó la significación de la muerte a partir del uso de Facebook. Para responder a esta pregunta, es necesario, entre otras cuestiones, analizar: cuáles son las características de esta red social, qué posibilidades ofrece, qué uso efectivo se hace de esas posibilidades, cómo se construye significado en Facebook y qué significados se construyen específicamente sobre la muerte en tanto fenómeno individual, de interpretación colectiva.

A priori, podemos identificar algunos de los cambios ocurridos: nuevas formas de homenaje; ritos que implican a una cantidad mayor de personas; la expresión pública de sentimientos desde la soledad de una computadora; la mayor libertad sintáctica o personalización del mensaje (frente a los avisos funerarios de los periódicos); la combinación de imagen y palabra; la instantaneidad; la idea de comunicación directa con la persona fallecida a partir de la publicación del mensaje.

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