105 años con la herida abierta: la historia del Genocidio Armenio

Genocidio armenio

Hoy 24 de abril se conmemora el 105 aniversario del Genocidio Armenio, que consistió en el plan de eliminación sistemática de armenios llevado a cabo por el Imperio Otomano, entre los años 1915 y 1923, y que dejó más de 1.500.000 de fallecidos. El por qué se eligió esta fecha en particular y las matanzas que antecedieron al Genocidio.

Antes de empezar es importante saber a que nos referimos cuando hablamos de Genocidio. El término fue creado por el jurista polaco Raphael Lemkin y está formado por dos palabras, “geno” que en griego significa tribu/raza, y “cidio” que viene del latín “cide” y significa asesinato. Según la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio firmada por la ONU en 1948, “se entiende por genocidio a todo acto con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”.

¿Por qué el 24 de abril?

El 24 de abril de 1915 fue la fecha en la que cientos de lideres e intelectuales armenios fueron arrestados, deportados y posteriormente fusilados por parte del Imperio Otomano.

La Flor No Me Olvides fue elegida como símbolo en el 100 aniversario del Genocidio Armenio. La forma amarilla representa las doce columnas de piedra del Monumento al Genocidio de Dzidzernagapert en Ereván, mientras que los cinco pétalos invocan a los cinco continentes donde los armenios encontraron refugio después del genocidio.

Antes de pasar a los hechos ocurridos entre 1915 y 1923, hay que hacer una especie de introducción al horror, pues las matanzas de armenios comenzaron muchos años antes. Para entrar en contexto cabe destacar que desde mediados del siglo XVI hasta el siglo XIX, la organización socio-política del Imperio Otomano, del cual Armenia era parte, tenía en la cima del poder a la élite de musulmanes otomanos, mientras que los grupos religiosos no musulmanes estaban organizados bajo una estructura llamada “millet” (comunidad). En este sistema, los armenios, y todas las demás minorías, eran considerados ciudadanos de segunda clase. Los súbditos “protegidos” no musulmanes, llamados dihmmi, eran discriminados.

Masacres Hamidianas

Las Masacres Hamidianas se llevaron a cabo entre 1894 y 1896 y su nombre se debe al por entonces Sultán del Imperio Otomano Abdul Hamid II, conocido como el “Sultán rojo” o “Carnicero de armenios”. Se calcula que 300.000 armenios fueron asesinados en varias provincias. Son muchos los “motivos” por los cuales el Imperio llevó adelante estas matanzas.

El Sultán Abdul Hamid II, «carnicero de los armenios», según una caricatura francesa.

La guerra ruso-turca de 1877-1878 dejó un saldo negativo para el Imperio Otomano, que tuvo que ceder una buena parte de su territorio. De hecho, el Imperio sufrió muchas perdidas territoriales durante todo el siglo XIX, como por ejemplo la independencia de Grecia en 1821. Los malos resultados bélicos produjeron una paranoia de derrumbe imperial, y a esto se sumó la acusación de que los armenios habrían ayudado a los rusos. A raíz de este rumor, paramilitares kurdos, circasianos y tártaros, pueblos desplazados por las guerras, saquearon y torturaron armenios con la complicidad del Gobierno.

El miedo a la descomposición del Imperio provocó un sentimiento nacionalista otomano que promovía la superioridad sobre las demás naciones, que comenzaron a ser vistas como defensoras de los intereses extranjeros. Al mismo tiempo, comenzaron a surgir movimientos políticos armenios que pedían más autonomía y hubo rebeliones contra el gran aumento de impuestos, luego de que el Sultán no cumpliera con lo pactado en el Congreso de Berlín. La revuelta de Sassoun en 1894 fue la antesala de las Masacres Hamidianas.

Masacre de Adaná

En 1908, un grupo de oficiales y estudiantes denominados los “Jóvenes Turcos” derrocaron a Abdul Hamid II y restauraron la Constitución y el Parlamento de 1876 que, el en su momento Sultán, había desechado. Las ideas que el nuevo gobierno pregonaba eran más “agradables” para las minorías.

Pero los Jóvenes Turcos traicionaron sus principios e iniciaron una política de “turquificación” que imponía una identidad nacional turca a todo aquél que viviera en el Imperio Otomano. El rechazo general de los no turcos fue muy fuerte.

Se impulsaron en el Parlamento una batería de medidas a favor de las minorías, pero estas no alcanzaron para mejorar el descontento. Hubo levantamientos en Los Balcanes y en la Península Arábiga, lo que resultó en más territorios perdidos para los otomanos.

Se llevó a cabo una contrarrevolución el 31 marzo de 1909 y Abdul Hamid II volvió al poder con el apoyo de los fundamentalistas islamicos, que estaban en contra de otorgar más derechos a los no musulmanes, aunque para el 13 de abril el Ejército otomano había retomado el control de Constantinopla, capital del Imperio.

Los armenios de Adaná, debido a su apoyo a los Jóvenes Turcos, a su relativa riqueza y prosperidad y a sus protestas contra los impuestos imperiales, comenzaron a ser mal vistos por quienes aún eran leales al Sultán.

Multitudes musulmanas, alentadas por el Estado, atacaron el barrio armenio de Adaná a comienzos de abril. En un principio los armenios se habían armado y lograron resistir, pero tras un armisticio mediado por un cónsul británico, entregaron las armas, sin tener idea de lo que sucedería. Se incendiaron y saquearon casas dejando miles de muertos. Los disturbios perduraron y se trasladaron a otras provincias como Marash.

El Gobierno envió tropas al lugar, las mismas no solo toleraron la violencia, sino que se unieron a la cacería que dejó 30.000 armenios fallecidos como resultado. Los testimonios, principalmente de misioneros o diplomáticos extranjeros, cuentan que se asesinaba a cuchillazos, que se quemaban vivas a las personas dentro de sus casas o se les mutilaban los miembros antes de darles el tiro de gracia, incluso a niños y ancianos.

Genocidio 1915-1923

A principios del siglo XX, aproximadamente 2 millones de armenios vivían en el Imperio Otomano que atravesaba una gravísima crisis en varios aspectos, incluyendo el económico. En los últimos años, millones de musulmanes habían sido expulsados de los territorios que los otomanos perdieron, como Los Balcanes, Crimea y el Cáucaso, y llegaban como refugiados a Anatolia. Consigo traían el odio hacía los cristianos, que al independizarse de los otomanos los habían perseguido y desterrado, lo que facilitó el crecimiento de movimientos ultra nacionalistas turcos.

El Imperio Otomano tomó partido por la Triple Alianza en la Primera Guerra Mundial, pero su participación nuevamente fue frustrada por el Imperio Ruso que los derrotó en el frente del Cáucaso. El triunvirato de nacionalistas turcos- Enver, Talat y Cemal – responsabilizó a los armenios por haber apoyado a las tropas del zar. Se produjeron levantamientos en varias localidades para reclamar los maltratos de las autoridades turcas y de las tribus kurdas. El Imperio utilizó ese reclamo para difundir su propaganda de odio y hacer ver a los armenios como subversivos para así poder llevar a cabo su plan.

Muy parecido fue el trabajo que años después hizo Joseph Goebbels durante el Holocausto Judío. Sin duda los nazis tomaron nota de lo que había pasado un par de décadas atrás, de hecho el mismo Adolf Hitler en agosto de 1939 preguntó: “¿Quién, después de todo, recuerda hoy el exterminio de los armenios?”, antes de invadir Polonia y dar comienzo a la Segunda Guerra Mundial.

Ambos sucesos tienen que mucho que ver con el otro, en 2015 Joachim Gauck, quien por entonces era el presidente alemán, reconoció que “fueron soldados alemanes los que participaron también en la planificación de ese Genocidio, e insistió en que se trató de un operación calculada, cuyo objetivo era el exterminio del pueblo armenio”. Se parecen en todo, salvo en el grado de reconocimiento que han tenido. Sobre todo de parte de los victimarios.

Así llegamos al 24 de abril de 1915. Unos 250 líderes e intelectuales armenios fueron detenidos en Estambul y deportados a Ankara para ser asesinados.

De esta manera comenzaron las marchas de la muerte hacia los desiertos sirios. A los hombres adultos se los asesinaba antes de empezar, las mujeres, los más pequeños y los ancianos eran condenados al sufrimiento infinito. La mayoría de la gente no llegaba al “destino”, pues moría de hambre, sed, o porque a un soldado le daba por asesinarlo. Las niñas y las mujeres eran raptadas y violadas.

Eran días y días de caminatas bajo el intenso sol, sin comida, sin más bebida que la orina de los camellos de los militares otomanos, y azotados por todo tipo de enfermedades. Muchos no podían aguantar y se quitaban la vida arrojándose a los ríos o precipicios. 1.500.000 de fallecidos fue el resultado de esta atrocidad.

¿Qué hicieron las grandes potencias en su momento?

Poco y nada han hecho las potencias. Sumergidas en la Primera Guerra Mundial, solo han emitido comunicados como el de Francia, Gran Bretaña y Rusia el 24 de mayo de 1915 o el del senado de los Estados Unidos el 9 de febrero de 1916. Su preocupación era mostrar que estaban preocupadas, no las víctimas.

¿Qué países reconocieron el Genocidio Armenio?

Ya sea mediante el Poder Ejecutivo, Legislativo o Judicial, los siguientes estados, y organismos internacionales, han reconocido el Genocidio: Uruguay, Chipre, Estados Unidos, Parlamento Europeo, PARLASUR, Argentina, Paraguay, Brasil, Rusia, Ciudad del Vaticano, Dinamarca, Canada, Grecia, Líbano, Bélgica, Francia, Suecia, Italia, Suiza, República Checa, Portugal, Eslovaquia, Países Bajos, Polonia, Venezuela, Lituania, Chile, Bolivia, Austria, Luxemburgo, Alemania y Siria.

Sí, leyó bien, Israel nunca reconoció el Genocidio Armenio.

El primer país en reconocerlo fue Uruguay, pero el único que lo reconoció en los 3 poderes fue la Argentina.

¿Y Turquía?

Es la pregunta del millón. El Estado turco opta por seguir manteniendo vivo un recalcitrante negacionismo, haciendo alusión a que las causas de las muertes fueron una guerra y la hambruna, que también dejaron víctimas turcas. Cada vez que un país reconoce el Genocidio por algún medio, Turquía sale a desmentirlo descaradamente, sobre todo cuando lo hicieron sus propios aliados Estados Unidos y Alemania.

Los motivos pueden ser el temor a las represalias económicas, al reclamo de tierras por parte de Armenia, y a tener que admitir que no solo ocultaron el Genocidio, sino que premiaron con honores a sus máximos responsables. Lo cierto es que el gobierno de Recep Tayyip Erdoğan, primer ministro de Turquía entre 2003 y 2014 , y presidente desde ese entonces, sigue optando por mentir y negar la realidad histórica.

En Argentina

En el 2006 el presidente Nestor Kirchner impulsó la Ley 29.199, luego aprobada por el Poder Legislativo, que declaró todos los 24 de abril como “Día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos”, en conmemoración del Genocidio del que fue víctima el pueblo armenio. Es día no laborable, por lo que todos los empleados y funcionarios de organismos públicos de origen armenio pueden tomárselo libre.

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Publicado por: Vardan Bleyan

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